Barcelona (España), 19 feb (EFE).- La Fundación Mapfre ofrece desde mañana miércoles en Barcelona un completo recorrido por la "moderna" obra de la fotógrafa estadounidense Berenice Abbott, que mantuvo siempre una mirada de "documentalista" bajo el influjo de su admirado Eugène Atget, a quien conoció en el París de los 1920.

La comisaria de la exposición, Estrella de Diego, dijo este martes que "la idea de modernidad invade todo el trabajo de Abbott, desde sus retratos de los artistas e intelectuales más vanguardistas del momento, a los que conoce por primera vez al llegar a Greenwich Village en Nueva York, hasta sus fotografías de tema científico, en las que retrata los resultados de diversos fenómenos y experimentos".

En conjunto, sus fotografías constituyen un excepcional retrato de la modernidad del nuevo siglo, idea sobre la que se asienta la exposición, que estará abierta al público hasta el próximo 19 de mayo en la Casa Carriga Nogués.

En opinión de Estrella de Diego, "aunque la intención de Abbott es huir de los supuestos artificios del arte, prefiere verse como documentalista, el resultado visual es tan rico y diverso que es difícil categorizarlas bajo el adjetivo documental".

Comienza la retrospectiva con sus retratos de personajes de la modernidad con la que contacta en Nueva York, del mundo del jazz, artistas como Hopper, escritores como Cocteau, André Gide, Joyce, o mujeres tan influyentes como Peggy Guggenheim, símbolo de esas "nuevas mujeres" dispuestas a vivir al margen de las convenciones para salvaguardar su libertad.

Sorprende un "Autorretrato, distorsión" de 1930, en el que Abbott aparece con la cara desfigurada, como el resultado de las aplicaciones fotográficas actuales que distorsionan de manera divertida los retratos tomados con un móvil.

Abbott (Springfield, Ohio, 1898-Monson, Maine, 1991) se trasladó a Nueva York en 1918 y tres años después viajó a Europa y se instaló en París, donde trabajó como ayudante en el estudio de Man Ray, que le hizo descubrir su verdadera vocación, la fotografía, y quien la puso en contacto con Eugène Atget.

A su regreso a Nueva York en 1929 se embarca en la producción de su mayor corpus de trabajo: la documentación fotográfica del crecimiento de la ciudad, en cierto modo inspirada en el ejemplo del París de Atget, aunque de manera diferente, "pues ella lo hace en apenas cuatro años, mientras que el francés dedicó al trabajo documental toda su vida".

Desarrolló este proyecto de forma independiente hasta que en 1935 consiguió financiación del programa Federal Art Project y el resultado se publicó en 1939 bajo el título "Changing New York".

En este trabajo, precisa la comisaria, Abbott "contempla Nueva York como una gran dama que va desde el cielo al suelo, desde las alturas aprovechando la construcción de muchos de los rascacielos, hasta el nivel más bajo", donde retrata panaderías, queserías, peluquerías, quincallerías, parados, vagabundos, la Bolsa, aparcamientos o puentes".

El recorrido expositivo, que reúne casi 200 fotografías de época, se cierra con una tercera parte dedicada a sus fotografías de experimentos y fenómenos científicos, en los que empezó a trabajar a finales de los años 1950, formando parte del comité de física del MIT, que custodia buena parte de estas imágenes.

En la exposición se incluyen asimismo once imágenes de París tomadas por Atget, cuyo archivo personal compró a su muerte en 1927 la propia Abbott, quien dedicó grandes esfuerzos para difundir en EEUU la obra del fotógrafo francés.

El amplio reconocimiento a la figura de Abbott llega en 1970 cuando el MoMA de Nueva York le dedica una exposición retrospectiva y en 1983 se convierte en la primera fotógrafa admitida en la American Academy of Arts and Letters.