Lo queramos o no al empezar un año un nuevo ciclo empieza. Una nueva oportunidad se abre en nuestras vidas. Algo comienza. ¿Es simbólico? Sí, es simbólico. Sin embargo la potencia del pasaje de un año a otro nos regala la posibilidad de volver a empezar.

¿Cuál es la mejor manera de acompañar esa energía del inicio?
Lo primero que se me ocurre es conectar con las emociones que escoltan a los principios. En particular, la alegría que nos causa lo nuevo. Conectar con esas potencias llamadas alegría, entusiasmo, curiosidad, desafío, ganas, deseo. Muchos nombres le podemos dar a esas potencialidades que suele despertar el simple hecho de empezar algo nuevo. Seguramente son múltiples y variadas las emociones que cada quien siente al comenzar algo.

Pero hay algo en juego
Los inicios nunca causan indiferencia. Algo nuestro se pone en juego cada vez que hacemos algo por primera vez. Algo se despierta. Recuerden lo que sintieron cada vez que comenzaron algo. Ya sea un estudio, un proyecto, un amor, un libro, un viaje, un trabajo. Lo que sea que hayan hecho por primera vez, lo que sea que hayan empezado en cualquier momento de sus vidas. Recuerden qué sintieron en cada uno de esos momentos. ¿Sintieron esperanza, alegría, ilusión, entusiasmo, temor, ganas, ansiedad, energía, confianza en ustedes mismos? ¿Sintieron futuro, proyección, potencia, posibilidad? ¿Cuántas ilusiones y esfuerzos depositaron en cada uno de esos inicios? ¿Y qué pasó luego con esa energía? ¿Qué pasó a medida que lo nuevo se iba volviendo conocido, rutinario, viejo?

Estamos ahora frente al inicio de un año. ¿Qué vamos a hacer? ¿Con qué energía vamos, no sólo a empezarlo, sino a continuarlo? Como decíamos antes, los inicios vienen escoltados por una serie de emociones positivas que nos regalan un baño de entusiasmo y de potencia. El tema es cómo encausar esa energía que cada comienzo nos regala para que no se apague a medida que el tiempo transcurre. Porque el tiempo va a transcurrir. Eso es inevitable. Lo que hoy es novedad, en pocos días será viejo, conocido, gastado, aburrido. ¿Cómo mantener el deseo joven a pesar del paso del tiempo?

Enero del 2019 tiene, sin duda, un aroma a nuevo, a niño, a algo recién estrenado. Sin uso. Como un recién nacido que empieza a descubrir un mundo. Como una semilla de vida que empieza a germinar con fuerza y confianza. Pero, como sabemos, a medida que el tiempo corra muchas cosas pueden pasar, muchas cosas pueden perturbar su potencia. Muchas emboscadas pueden ir opacando su energía inicial. No todo lo que nace tiene el mismo destino. No todo lo que nace llega a su plenitud. Su desarrollo, su funcionamiento, y su crecimiento dependerán de los cuidados que le demos. Su destino no está predeterminado. Dependerá, especialmente, de nuestra capacidad de mantener vigente el deseo.

Estas primeras semanas de año son cruciales. Lo nuevo late detrás de estas primeras vivencias del año. Las ganas están despabiladas. Caminan vivaces en nuestros proyectos. Las podemos oír ir y venir en nuestros pensamientos. Como si la anestesia que la rutina causa se retirara y otra vez fuésemos una potencia que puede crecer. 

Cuidar el modo en que iniciamos y sostenemos nuestro año es cuidarnos a nosotros mismos. Es nuestra propia vida la que está allí, recomenzando. Como si cada inicio de año nos diera la oportunidad de un nuevo nacimiento. No ya un nacimiento físico, sino un nacimiento interior que nos permite re conectar con la fuerza de lo vital.

Lo vital nos habita. Somos la vida que vuelve a iniciarse una y otra vez. La vida que no se rinde. La vida que se reinicia y se reconfigura. La vida que no cede frente a las adversidades. La vida que insiste. Esa energía que brota, que nos excede, que nos recorre, se muestra con más firmeza en los inicios. Está allí, al alcance de la mano. La percibimos, la presentimos. El apetito de la vida que se abre paso en cada instante.

Oportunidad de un nuevo lazo con el deseo. Con lo que cada quien proyecta y se propone vivir, ser, sentir en esta etapa. Es ahora. Somos ahora. Eso potente que pulsa en y a través nuestro. La vida misma que nos invita otra vez a sumergirnos y a ser parte  de lo que no desiste.

Frase de la semana
“La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante.”
-Cesare Pavese

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