Colima (México), 9 mar (EFE).- Con sus 163 años de antigüedad y sus más de 5.000 localidades, la Petatera es una plaza de toros única en el mundo fabricada de petate, desmontable, con maderas, bambú, ixtle, maguey y otros componentes naturales.

Ubicada en la localidad de Villa de Álvarez, en el occidental estado mexicano de Colima, cada año los 70 tablados que componen la Petatera son unidos para alzarla.

Al final de los festejos charros taurinos, y de otras disciplinas como la danza, se vuelve a descomponer y se entrega cada parte de la plaza a 67 familias de Villa de Álvarez, que los guardan hasta las próximas fiestas de la localidad.

Es un fenómeno de cohesión social y sustentabilidad ambiental, una construcción de arte efímero reconocido como Patrimonio Cultural Mexicano y protegido por la Unesco.

Las autoridades locales, de la propia plaza y familias que durante generaciones participan de su custodia y construcción explicaron a Efe su origen significado y el valor que supone la responsabilidad de una tarea que hacen con orgullo.

Silverio Contreras “El Pajarito” es el mayordomo de la construcción, el jefe de obra responsable cada año de coordinar el esfuerzo comunal de erigir este edificio, originado como tributo a San Felipe de Jesús, en el año 1862, patrón adoptado por la ciudad de Colima para proteger a sus habitantes de las calamidades naturales producidas por el volcán de Colima y los terremotos que asolan la zona.

“Llevo desde los años 60 construyendo cada año la Petatera, dirigiendo la obra desde 1993 como mayordomo. La mayor dificultad es el cambio de trabajadores y los que se encargan de dar las hechuras agarran muchos tablados, quieren abarcar mucho, y entretienen a los demás”, narra Pajarito.

“Es un trabajo en cadena, hasta que un tablado no está acabado el otro no se puede empezar”, agrega.

Un día al año Pajarito clava su bastón, antes de que salga el sol, en el mismo punto que, con una mancha de aceite, dejó como marca el año anterior.

Desde ahí traza el círculo sobre el que se construirá la plaza y se realizan reverencias a los cuatro puntos cardinales.

Este momento a finales de diciembre, instaurado como ceremonia por Pajarito, es el más emocionante cada año para Felipe Cruz, el alcalde de Villa de Álvarez y por su cargo gestor junto a un patronato de la Petatera.

Una de las principales características de la Petatera es el rigor con el que se cuida la autenticidad de los materiales que la componen, y los tradicionales métodos de construcción.

“Hubo periodos en los que se empezó a utilizar otros materiales, se sustituyó la fibra de maguey por plástico, también plástico por yute para las sogas, amarres, las latas por tuberías de hierro, hasta que hace 30 años nos dimos cuenta que había que volver a lo original, y volvimos al bambú, a ixtle al maguey”, cuenta el alcalde bajo la sombra de la Petatera.

Este tipo de edificación proviene del Tapextle que se hacía siglos atrás en las minas de sal de Cuyutlán, a 45 km de Villa de Álvarez.

Para la recolección de sal, los indígenas, realizaban una construcción sin hierro alguno, de nudos y amarres, con madera, el origen arquitectónico de la Petatera. Ahora está estipulado por un reglamento de método constructivo.

El patronato está formado por personas de la sociedad civil que cuidan se cumpla lo escrito. Héctor Manuel Torres González es el administrador general de la plaza: “Existe un reglamento en el cual basamos, cómo se va a construir, en qué momento y quiénes lo va a construir”.

Para ser una familia de tabladeros se exige un comportamiento cívico ejemplar, además de una responsabilidad con lo encomendado.

El patronato evalúa estos aspectos para elegir a los depositarios de la Petatera. Oscar Gaitán lleva 40 años de ‘tabladero’, pero el primero de su familia fue su bisabuelo, en 1904, cuando la plaza era de dos pisos.

“Mi bisabuelo prestaba su corral para guardar los toros del jaripeo. Sacando cuentas en Villa de Álvarez hay cuatro o cinco familias de cinco generaciones de tabladeros”, relata Gaitán.

La familia Cabrera Silva lleva seis generaciones siendo’ tabladera’. Salvador Cabrera fue recientemente Mojigango, una suerte de cabezudo, con la cara de un personaje del pueblo, al que por su contribución a la comunidad se homenajea sin su conocimiento, hasta que se descubre el rostro de los Mojigangos.

La ‘Develación’ se realiza al inicio de las fiestas de San Felipe de Jesús, con la Petatera lista, a principios de febrero.

“Nos sorprende la participación de gente que viene de otros estados con sus caballos, antiguamente eran 200 caballos en la cabalgata, ahora son dos mil caballos”, asegura Cabrera.

Las cabalgatas de jinetes y monturas son otro de los atractivos de estas fiestas en las que el momento álgido son sus dos corridas de toros en un ruedo sin callejón, solo con burladeros, mayor que el de la Plaza México, la más grande del mundo.

Este año se ha extendido hasta mayo el uso de la Petatera, más allá de las celebraciones tradicionales. El primer evento fuera de programa estuvo a cargo de Ballet Clásico de Colima.

De esta forma, los tabladeros y la ciudad disfrutarán unas fechas más de este edificio patrimonio de la humanidad, hasta que vuelvan los materiales a descansar a sus casas.

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