Con un beso, un príncipe logra despertar a Blancanieves de un sueño venenoso, seguramente éste sea el primer beso romántico que más nos ha impactado en la pantalla.

Todos nos besamos constantemente: al saludarnos, al despedirnos, como expresión de felicidad o de agradecimiento. Es como si tuviéramos la imperiosa necesidad de besar, y si no podemos, lo pedimos a gritos.
En Nochevieja es seguramente la noche en la que besamos más que nunca: al novio, a la novia, a nuestros padres, a los amigos e incluso a desconocidos que están a nuestro lado cuando suenan las campanas del nuevo año.
Pero no todos lo hacemos igual, los españoles son bastante besucones, los rusos utilizan como saludo el beso entre los hombres, los franceses suelen dar tres besos en la mejilla y en países como México o Dubái, besarse en público puede estar penalizado.
Desde pequeños incluso jugamos a innovar: el beso de mariposa con los ojos, el de esquimal con la nariz o el de vaca…un lametazo en el moflete, algo que resulta algo más escrupuloso.
La enfermedad del beso
z “Los amantes”, de René Magritte, es un cuadro que representa a dos enamorados besándose. Una pintura que ha dado la vuelta al mundo…por un beso, un beso oculto tras dos velos húmedos que impiden el contacto, pero la pasión no se rinde ante el miedo.
Una protección… ¿ante qué? Aunque alejándonos del lienzo, utilizamos esta metáfora y el beso como hilo conductor, para decir que besarse en la boca no siempre es bueno ¿Quién no ha oído hablar de la enfermedad del beso?
Es la mononucleosis infecciosa, una enfermedad causada por el virus de Epstein-Barr, un tipo de herpes al que se ha expuesto gran parte de la población mundial.
“Hasta el 95% de la población adulta está contagiada por este virus, aunque no tiene síntomas, ya que siempre que hay un contacto con la saliva existe posibilidad de contagio”, confirma Carmen Fariñas, jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander.
La enfermedad del beso se transmite generalmente por el intercambio de saliva, “que puede ser a través de besos, aunque no exclusivamente, ya que también se contagia por beber del mismo vaso, compartir cubiertos o juguetes”, aclara la doctora Fariñas.
Albert Pahissa, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d`Hebron, afirma que “en principio es una enfermedad benigna y se contagia por contacto físico a edades tempranas”.
Y el culpable es el virus de Epstein-Barr. Antes “no había mucha facilidad en su diagnóstico pero con las técnicas de biología molecular se ha incrementado la capacidad de valoración y tratamiento”, explica el doctor  Pahissa.
La doctora Fariñas añade que “si exploramos al paciente solemos ver un aumento del tamaño del hígado y del bazo, incluso pueden aparecer dolor de músculos (mialgias) y dolor de articulaciones (artralgias)”.
Si eres joven, cuidado a quien besas o de dónde bebes
z Los adolescentes o adultos jóvenes es el grupo de mayor riesgo. “Se cree que la mayoría de las primeras infecciones aparecen en la infancia casi en el 90% de los casos, y en los adolescentes existe una posibilidad de que se manifiesten síntomas entre un 50 y un 70%”, afirma Carmen Fariñas.
No existe vacuna para esta enfermedad. Albert Pahissa explica que “Epstein-Barr sigue siendo una especie de virus olvidado aunque ya se va conociendo cada vez más”. “No hay tratamiento específico para la mononucleosis infecciosa. El que prescriben los médicos es el llamado sintomático que consiste en recetar paracetamol o aspirina para aliviar el dolor de garganta y la fiebre”, asegura la doctora Fariñas.
Respecto a la gravedad de la enfermedad del beso, en principio no es transcendental, y generalmente desaparece sin dejar secuelas.
La doctora también resalta que “pueden aparecer otras infecciones bacterianas por un microorganismo, el Streptococus Pyogenes, en un 30% de los pacientes que tienen el virus de Epstein Barr y sí, hay que tratarlo, pero no con los típicos antibióticos con los que se cura esta bacteria (amoxicilina y ampicilina) porque en este caso producen una erupción cutánea”.
En cuanto a la prevención, “no es necesario adoptar medidas profilácticas excepto si se trata de pacientes inmunodeprimidos (trasplantados o con el virus del VIH) y que no han estado previamente infectados por este virus”. Estos pacientes sí que tienen que tener más cuidado en su limpieza bucodental, o en la higiene general.
Es recomendable dejar de besarnos mientras exista la posibilidad de contagio. Pero en cuanto la enfermedad se pase volveremos a besar porque es un gesto que necesitamos en nuestra vida diaria.  Carmen Fariñas, lanza un mensaje final absolutamente tranquilizador para los padres: “no es una patología grave, no suele tener complicaciones y se cura sola”.