Lima, 28 oct (EFE).- Alfredo Bryce Echenique volvió por sus fueros y con su fina ironía intacta cautivó al publico de Lima con historias de cuando en París fue "más feliz (y pobre) que Hemingway" y cuestionó a los autores del "boom" latinoamericano por no haber escrito sobre las ciudades en las que fraguaron sus mayores éxitos.

Ante un auditorio que llenó dos salas del Centro Cultural Inca Garcilaso de la Cancillería peruana, y que dejó a decenas de personas sin poder ingresar al recinto, el autor de "Un mundo para Julius" repasó el martes su carrera literaria, sazonándola con el humor que es su marca distintiva.

Durante su intervención, en la que respondió a comentarios y preguntas del crítico literario peruano César Ferreira, Bryce recordó que en su juventud viajó a París para ser escritor siguiendo "el mito" que representaba el norteamericano Ernest Hemingway.

"Ahora puedo decir, con el correr de los años, que fui más feliz que Hemingway, quien decía que para ser feliz en París era necesario estar enamorado de una chica bella y ser muy pobre", comentó.

En muchos momentos con los ojos cerrados, como si se transportara en el tiempo, el escritor peruano también recordó la gran amistad que lo unió con el argentino Julio Cortázar y la influencia que tuvo éste en su obra, ya que, según dijo, "a diferencia de todos los escritores del 'boom' escribía sobre el país donde vivía."

"Cortázar fue el primero en escribir sobre París... traté de seguirlo", señaló antes de resaltar que otro de sus grandes amigos fue el peruano Julio Ramón Ribeyro, quien incluso le puso título a su primer libro de cuentos "Huerto cerrado".

"Yo quería ponerle un título atroz, que era 'El camino es así' y él me dijo: "no seas bestia, a esto hay que llamarlo 'Huerto cerrado'", y yo le dije: será así y tú serás el responsable", relató en medio de las risas del auditorio.

Bryce, nacido en Lima en 1939, afirmó que "el descubrimiento" de su estilo se dio con el cuento "Con Jimmy en Paracas", incluido en su primer libro e incluso aseguró que su novela "Un mundo para Julius" es "una continuación de 600 páginas" de ese relato.

Agregó que emplea su tono coloquial característico porque para él "el lector viene a ser esa persona a la cual tú le das un abrazo y le cuentas una historia."

El también autor de "La vida exagerada de Martín Romaña" mencionó al francés Stendhal entre sus "grandes mentores" literarios y reiteró que en esa novela buscó escribir sobre París, la ciudad en la que vivía, a diferencia de lo que hicieron los autores del "boom".

"¿Cómo se puede vivir en una ciudad y no escribir nada sobre ella?", preguntó antes de decir que escribir sobre París le hizo "sentir peruano."

Recordó que al llegar a la capital francesa los escritores del "boom" ya se habían marchado a Barcelona (España), por lo que no tuvo mucha ligazón con ellos y "los sentía lejanos" porque consideraba que tenían "una carencia importante (al no) hablar de las ciudades donde vivían".

"Ellos no salían del colegio militar Leoncio Prado; yo quería un sargento Gamboa francés, que la 'malpapeada' fuera italiana", señaló en alusión a "La ciudad y los perros", de Mario Vargas Llosa.

Bryce también dijo que decidió escribir sus recuerdos con la denominación de "antimemorias" por influencia de la cultura francesa y del escritor André Malraux, autor de un libro de título similar.

Anunció, al respecto, que el tercer tomo de sus antimemorias se titulará "Permiso para retirarme" y llevará por subtítulo "Arrabal de senectud", un verso del poeta Jorge Manrique.

Además de las grandes influencias que fueron el norteamericano Hemingway y el francés Stendhal, Bryce mencionó al español Miguel de Cervantes Saavedra, de cuya ironía admitió ser tributario.

"Cervantes ha sido mi pasión toda mi vida y todavía aún ahora todos los días voy lo leo por cualquier parte", aseguró.

Tras decir que "la ironía no es el humor grueso sino una sonrisa" y que siempre consideró que "lo más entrañable en una novela es el personaje central" cerró el repaso de su vida y su carrera diciendo que, si pudiera volvería, a repetir todo lo que hizo.

"Diría que fui honesto, escribí con ganas de escribir y de ser leído, y agradezco al público en general el cariño... uno escribe para que lo quieran más", concluyó.

Por David Blanco Bonilla