Singapur, 8 ago (EFE).- Las lágrimas del primer ministro Lee Kuan Yew mientras anunciaba la expulsión de Singapur de la Federación Malasia, el 9 de agosto de 1965, no presagiaban el exitoso futuro de esta ciudad-estado que mañana cumple medio siglo de independencia.

"Para mi, este es un momento de angustia. Toda mi vida he creído en la fusión y la unidad de los dos territorios", remarcó en aquel entonces Lee, al proclamar la independencia de Singapur, fundada en 1819 como enclave portuario de la Corona británica.

Desde entonces, este pequeño Estado ha logrado consolidarse como uno de los países más prósperos del mundo convertido en el principal centro financiero del Sudeste Asiático.

Los enormes rascacielos, en su mayoría sedes de bancos y empresas multinacionales, copan el horizonte de la conocida como "ciudad de los leones", por cuyas avenidas hay tiendas de marcas de lujo.

Singapur, con las calles engalanadas de banderas para el 50 aniversario, presume hoy de ser una sociedad multicultural con modernas infraestructuras, una imperturbable estabilidad política y una fuerte economía.

El producto interior bruto de Singapur creció a un ritmo del 9 por ciento en la década de los noventa y, tras la crisis de 2008, se ha ralentizado hasta quedar en las previsiones para 2005 entre el 2,6 y el 3,2 por ciento.

Los ciudadanos de Singapur gozan del tercer mayor PIB per cápita del mundo con unos 85.200 dólares, según datos del Fondo Monetario Internacional de 2015.

El tráfico de barcos de mercancías y petroleros, que acuden a las refinerías establecidas del tercer mayor centro de refinado mundial, han convertido el Puerto de Singapur en uno de los más activos del mundo y vital centro de transporte.

No obstante, este camino de éxito no ha sido sencillo.

El desempleo, la vivienda, la educación, la falta de recursos naturales y la amenaza ante una posible invasión exterior fueron los problemas que tuvo que afrontar el Partido de Acción Popular (PAP), fundado por Lee Kuan Yew en 1954, tras la brusca emancipación.

Desde la independencia, el PAP ha ganado las nueve elecciones celebradas.

La oposición política y organizaciones no gubernamentales, por su parte, acusan al PAP de regir la ciudad-estado como si se tratara de una empresa y califican el régimen de "semiautoritario" a raíz de las estrictas leyes impuestas.

En los últimos comicios, celebrados en 2011, el PAP, liderado por Lee Hsien Loong, hijo de Lee Kuan Yew, registró el peor resultado de su historia y aún así obtuvo el 66 por ciento de los votos, que le concedió 82 de los 84 escaños en juego.

"El PAP está utilizando en su favor las celebraciones del 50 aniversario y el recuerdo de Lee Kuan Yew" tras la "histórica subida" de la oposición, apunta a Efe Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch (HRW).

La constante llegada al país para combatir el déficit laboral de extranjeros, mano de obra cualificados y barata, ha exacerbado a muchos singapureses y ha originado un creciente sentimiento nacionalista.

Otros factores del descontento social son los disturbios protagonizados en 2013 por trabajadores indios y las autoridades, que terminaron con 27 heridos y 40 detenidos, la huelga de transportistas chinos y el resentimiento de los singapureses ante el temor de una subida del paro y el encarecimiento de nivel de vida.

Más de un tercio de los 5,5 millones de residentes en Singapur proceden de otros países.

"La economía de Singapur necesita de trabajadores migrantes, pero el Gobierno no protege sus derechos, ni hace lo suficiente por informar a la ciudadanía del necesario trato de respeto y justicia con ellos", apunta el representante de HRW.

En una reciente entrevista al canal Channel News Asia, el primer ministro señaló la "responsabilidad" del Ejecutivo para abordar este "tema complicado" que carece de "soluciones sencillas" a corto y largo plazo y que podría conllevar problemas económicos y sociales según su respuesta.

El diario The Strait Times, cuyo accionista mayoritario es una sociedad de cartera gubernamental, especula sobre la posibilidad de adelantar al próximo septiembre las elecciones que deberían celebrarse en enero 2017.