Winston-Salem.- Un hispano acusado de cometer un asesinato hace tres años rechazó una oferta de la fiscalía para declararse culpable y sentenciarlo a prisión de por vida, enfrentándose ahora a la pena de muerte.

Dicha condena se ha convertido cada vez más extraña en Carolina del Norte. Sin embargo, este caso podría convertirse en una excepción.
José Merlín Henríquez Portillo, también conocido como José Massimo Carranza, de 28 años de edad, es acusado de matar a Cirilo Laredo Ávila, durante un intento de asalto en un complejo de apartamentos en Cole Road, en el sureste de Winston-Salem.
Laredo Ávila vendía, en una camioneta, productos y comida de la tienda hispana El Jarocho, ubicada en la calle Waughtown. Aquel 16 de diciembre del 2009, día del crimen, el supuesto intento de robo se transformó en una balacera entre los dos hombres, resultando en cuatro disparos mortales en el pecho de la víctima y tres en el cuerpo de Henríquez.
El atacante herido fue llevado al Centro Médico Wake Baptist, donde médicos le salvaron la vida con dos cirugías, mientras que el cadáver de Ávila fue hallado por las autoridades en la parte trasera de la tienda móvil.
Durante su estancia en el hospital y cuando estaba sedado, detectives interrogaron a Henríquez, sin avisarle que Ávila había fallecido ni grabaron la entrevista, como requiere la ley. Su abogado intentó en marzo del año pasado desechar esas pruebas en la corte, dada la supuseta forma ilegal que se utilizó para que diera información.
La semana pasada, el abogado Mark Rabil, en representación del acusado, negó la oferta que ofrecía el fisal de distrito, Jim O’Neill. De declararse culpable de asesinato en primer grado e intento de robo con un arma peligrosa, Henríquez pasaría el resto de sus días tras las rejas sin opción a libertad condicional.
Al negarse a declararse culpable, se abre la posibilidad de sentenciarlo a pena de muerte, condena que no ha ocurrido en  el todo lo que va del año.
Según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, el 2012 es el primer año que no se condena a nadie a la pena capital, desde que esta se reinstauró en 1977. El año pasado tres personas fueron condenadas a ser ejecutadas, de doce casos que la corte tenía la opción. Desde el 2006 no se lleva a cabo una ejecución.
En un caso similar que finalizó en mayo pasado en Guilford, Isaam Mattaay Chaplin fue sentenciado a cadena perpetua por disfrazarse de mujer y emboscar al guardia hispano Juan Salado en el 2008, matándolo al intentar robar las ganancias de la tienda, que la víctima transportaba de la caja a un vehículo de seguridad.