Nota del editor: Los nombres reales de los protagonistas de esta historia, fueron modificados por motivos de seguridad

Raleigh, 21 abril 2016.- Durante más de tres años, Jorge tuvo que pagar cupos a las pandillas a cambio de mantener con vida a su esposa y a su hijo menor en El Salvador. Pero esa pesadilla terminó el pasado 5 de abril cuando ellos llegaron al aeropuerto RDU para quedarse con él bajo el estatus de refugiados.

“Yo no lo creí hasta no verlos”, dice Jorge, recordando el encuentro feliz con su esposa María y su hijo Carlos de 19 años. “Cuando los vi por la salida de los vuelos internacionales, recién pude creerlo”.

El reencuentro de esta familia salvadoreña fue posible gracias al Programa de Refugiados para Menores de Centroamérica (CAM), creado por el gobierno federal a fines de 2014 con el fin de otorgar una vía legal de ingreso al país a los niños y adolescentes de El Salvador, Honduras y Guatemala.

Jorge, que vive en Carolina del Norte desde 1999, había visto el anuncio hecho por el vicepresidente Joe Biden y de inmediato pensó que esa podía ser la salida para su familia que desde 2012 vivía amenazada de muerte por las pandillas salvadoreñas.

Pagar para vivir
“El ‘delito’ que uno comete es vivir aquí”, dice Carlos quien cuenta que en su país, los pandilleros extorsionan a los que tienen familiares en Estados Unidos porque saben que ellos envían remesas.

“Allá le conocen como la renta que hay que pagar por estar vivo. Hubo amenazas contra ellos y yo tuve que pagar para mantenerlos con vida”, dice.

En un principio los pandilleros exigieron $5,000, pero luego se conformaron con pequeños pagos quincenales, de entre $100 y $300.

“Quizás ellos sintieron que más les rendía recibir el dinero poco a poco”, dice Carlos, quien era el encargado de dejar los pagos en lugares solitarios y alejados. Algo que ponía muy mal a su madre. “Mi mamá pensaba que ya no iba a regresar”, recuerda.

En el salvador hay que pagar para poder seguir con vida.  Salvadoreño - Extorsionado por las pandillas

Carlos cuenta que tuvo que dejar la escuela en el primer año de Bachillerato debido a las pandillas. Lo golpearon varias veces y siempre amenazaban con matarlo. Y no bromeban.

“Mataron como a cuatro de mi escuela que venían conmigo desde primer grado. Los  mataron porque no pagaban y a otros no les quedó otra que andar con ellos”, dice.

Pedir ayuda a la policía local, tampoco era una opción para él y su familia.

“Si usted va a denunciar a la policía allá, el marero se da cuenta, porque tienen infiltrados”, dice Jorge.

“El otro problema es que la policía ve a todos los jóvenes como delincuentes, porque no saben quién es pandillero, entonces los maltratan. Y ellos están en el medio de los dos bandos”, añade Jorge.

Una esperanza para huir
En marzo de 2015, después de mucha investigación, Jorge finalmente pudo iniciar el trámite para pedir a su esposa e hijo mediante la organización Church World Service (CWS) de Durham, una de las agencias de reasentamiento de refugiados designadas por el gobierno para procesar gratuitamente las peticiones del programa CAM.

El trámite tardó exactamente un año e incluyó varias entrevistas, un examen de ADN para confirmar el parentesco, toma de huellas, chequeos de antecedentes, pruebas médicas y la presentación de muchas evidencias para sustentar la petición.

Kelly Chauvin, consejera de inmigración de CWS, dice que esa no es una tarea fácil a pesar de la evidente violencia que hay en Centroamérica.

“Ellos tiene que demostrar que indivualmente están más en peligro que todos los aplicantes”, dice Chauvin. “Los requisitos son más exigentes para los refugiados porque tienen que demostrar un peligro tal como está detallado en la ley y en el acuerdo internacional de refugiados”.

Indicó que de las 106 peticiones que CWS ha procesado con el programa CAM en Durham, sólo 11 han sido aprobadas hasta ahora.

Durante los casi 12 meses que duró el proceso, la familia de Jorge tuvo que viajar al menos siete veces,  cuatro horas por carretera desde su pueblo ubicado en el departamento de Chalatenango, hasta la capital, San Salvador, corriendo el riesgo de que las pandillas se dieran cuenta de sus planes.

Tensa espera
Finalmente, en noviembre de 2015, durante su entrevista final con un agente de inmigración, les dijeron que su petición de refugiados fue aprobada.

“Cuando me aprobaron me puse muy feliz”, dijo María. “Pero en esa entrevista lloré mucho por todo lo que nos habían hecho, no podía ni hablar”.

“Aún ahora cuando me acuerdo de todo lo que nos ha pasado me pongo muy triste”, dice sin poder contener las lágrimas.

Pero aún después de esa entrevista final, a la familia le quedaba todavía cuatro meses más de tensa espera, debido a los trámites previos al viaje.

Mientras su esposa e hijo cumplían con los últimos requisitos, Jorge siguió pagando los cupos a las pandillas para no despertar sospechas. Pero temblaba cada vez que recibía una llamada de su país. “Tenía miedo que me dijeran que les habían hecho algo malo”, recuerda.

El 4 de abril, madre e hijo hicieron por última vez el viaje a San Salvador para partir al día siguiente a Raleigh. Esa noche, Carlos por fin se sintió a salvo en el hotel. “Sabía que ya no iba a regresar”, dice.

María, en cambio, cuenta que sólo se calmó cuando subió al avión que la trajo a Estados Unidos: “ya soy libre, me dije en ese momento”.

“Estoy muy agradecida con el gobierno de Estados Unidos, con todas las personas que nos han ayudado con las citas y el papeleo. Nunca voy a poder pagarles por lo que hicieron”, dice María.

Pero a pesar de la alegría por el reencuentro, la familia sigue con temor por lo que pudiera pasarles a sus parientes que se quedaron en El Salvador.

Es por eso que no permitieron fotos ni que se mencionen sus nombres reales en este artículo.

“Gracias a Dios que nosotros ya estamos acá pero pobrecitos los que se quedaron allá”, dice María.

De casi 8,000 que aplicaron sólo 198 llegaron al país

Casi ocho mil personas han aplicado al Programa de Refugiados para Menores de Centroamérica (CAM) desde que se creó en diciembre de 2014, pero sólo 198 han logrado ingresar al país hasta abril de este año.

Según un vocero del Departamento de Estado federal, hasta el 1 de abril de 2016 habían aplicado para al programa CAM 7,703 individuos, la gran mayoría de ellos salvadoreños.

Del total, 6,635 solicitantes provienen de El Salvador, 173 de Guatemala y 895 de Honduras.

El Departamento de Estado indicó además que hasta el 15 de abril de este año, 198 menores arribaron a los Estados Unidos bajo este programa, 84 de ellos como refugiados y 113 que fueron admitidos con entrada condicional o parole.

De acuerdo con las reglas del programa CAM, los menores que son admitidos como refugiados pueden hacerse residentes permanentes después de un año y convertirse en ciudadanos luego de cinco años.

Los que son admitidos con entrada condicional o parole, deben renovar  su permiso cada dos años y no tienen una vía para obtener un estatus legal permanente.

El proceso es completamente gratuito para quienes son admitidos como refugiados.

Los progenitores sólo deben pagar por las pruebas de ADN pero ese gasto es reembolsado una vez que su petición es aprobada. Además pueden recibir un préstamo para costear el viaje a Estados Unidos.

En el caso de los que llegan con el permiso condicional o parole, deben  pagar los costos del procesamiento y su boleto aéreo para viajar a los Estados Unidos.

El programa CAM se creó a fines de 2014 con el objetivo de disuadir a los menores de El Salvador, Guatemala y Honduras de hacer un viaje peligroso para cruzar la frontera Sur, y ofrecer un mecanismo legal de reunificación familiar.

Para más información sobre los requisitos y cómo aplicar al programa,  visite la página web www.uscis.gov/CAM.

¿Quiénes califican?

Puede pedir a su hijo/a y cónyuge si Ud. es mayor de 18 años y tiene:

-Residencia Permanente.
-Estatus de Protección Temporal (TPS).
-Libertad Condicional.
-Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) .
-Acción Diferida (No-DACA).
Suspensión de Remoción.
Puede pedir a hijos que:
-Tienen menos de 21 años al momento de  la petición.
-Es su hijo/a biológico o adoptado legalmente.
-Es soltero/a.
-Es ciudadano/a de El Salvador, Honduras o Guatemala y vive en alguno de esos países
Clínica informativa:
CWS ofrecerá una sesión sobre el programa CAM el 2 de mayo a las 6 pm en el 311 E. Main St, Durham.
Inscribirse en (919) 641-0377