Cuando tenía 17 años, Juan  recibió una oferta irresistible: al otro lado de la frontera tendría un trabajo seguro, una casa, comida y un sueldo que le permitiría sacar adelante a su familia, con quien vivía en un pequeño poblado de Centroamérica.  Todo era mentira.  Se convertiría en víctima de tráfico humano y  tendría además, que luchar por su permanencia en los EE.UU. después de caer en manos de ICE.

Raleigh.-  Hace un mes Juan  salió libre luego de pasar más de 180 días en el centro de detención de Stewart en Georgia, donde fue confiando tras ser arrestado cuando acudía a una cita de Inmigración en las oficinas de USCIS en Durham, Carolina del Norte.

Su detención no solo marcaría el inicio de una lucha para evitar su deportación sino, la develación de una historia de tráfico humano, del cual había sido víctima por casi un año, sin saberlo.

Falsas promesas
En diciembre de 2011, un cliente habitual de la mecánica donde Juan trabajaba en El Salvador,  llegó de Los Ángeles con una propuesta irresistible para el joven de 17 años, cuya familia había sido golpeada por la pobreza.

”Me preguntó si yo quería venirme para acá (Estados Unidos) para ayudarle a sacar el trabajo que tenía en su mecánica. Me dijo que yo iba a estar bien, que iba a hacer  dinero para ayudar a mi familia y que él me iba a pagar muy bien. Que me iba a dar comida y vivienda y que yo no iba a  pagar renta”, contó  Juan a Qué Pasa.

Pero la oferta tenía un costo.  Ese habitual cliente se convertiría en su nuevo patrón en Los Ángeles y Juan le iba a deber  $7,000 por el “coyote” que lo ayudaría  a  cruzar la frontera.

Como Juan no tenía dinero, su padre entregó como garantía, el título de su pequeña casa, la única propiedad que había podido adquirir tras años de trabajo.

“Me dijo que si yo quería hacerlo tenía que darle algo como garantía de que le iba a pagar ese dinero estando aquí. Y entregamos los  papeles de la propiedad de mi papá”.

Juan confió en  la palabra de ese cliente que se había ganado su confiaza y lo trataba como un amigo. Pero, las cosas desde el principio no saldrían como él pensaba.

“La persona que me traía no era de fiar. Nos dejó abandonados prácticamente para que inmigración nos agarrara”

Es así como Juan, junto con otros inmigrantes, fue arrestado el 18 de abril de 2012,  en el cruce fronterizo de McAllen, Texas. Fue llevado a un centro de detención de menores, donde permaneció hasta el 28 de junio, el mismo día que cumplía 18.

Una vez en libertad, los agentes de inmigración entregaron a Juan bajo la custodia de su tío quien lo acogió en su casa de Raleigh.

El inicio de la pesadilla
Ni bien llegó a Carolina del Norte, Juan recibió la llamada de aquel hombre que le prometió un mejor futuro. Lo mandaría a recoger con destino a Los Ángeles para que comenzara sus labores de inmediato.

Además, le dijo que le había reducido la deuda a $4000 debido a que el “coyote” no había logrado hacerlo cruzar la frontera con éxito.

En ese momento Juan no sentía que debía desconfiar: ya estaba en Estados Unidos y pronto comenzaría un nuevo trabajo.

Sin embargo, al llegar se dio cuenta que había sido engañado.

“Yo esperaba un taller de mecánica como él me dijo pero era un “yunker”. Esperaba un departamento, pero me encuentro con que era una traila que estaba hecha pedazos. El cuarto estaba todo sucio lleno de basura. Había un colchón  viejo donde me quedé un par de días porque no tenía dinero para comprar otro”, narró con desasosiego.

”Había hoyos en el piso, los ratones andaban por todos lados y tenía que compartir con siete personas que estaban en la misma condición que yo”.

La vivienda tampoco contaba con luz, ni agua caliente,  calefección o aire acondicionado.

“Cuando entré y vi ese cuarto quise salir corriendo con la maleta en la mano, pero la persona que me había llevado ya se había ido”.

El trabajo y el sueldo prometido también eran un fraude. En el deshuesadero de vehículos, Juan debía pintar carros completos por un pago de $50 por auto, un trabajo que a veces le tardaba más de tres días.

“Si no terminaba el carro en el tiempo que él esperaba no me pagaba”.

Juan dijo que trabajaba casi sin descanso, de lunes a domingo, desde las 7 de la mañana hasta las 3:00 de la madrugada del día siguiente.

Su patrón desde el primer día comenzó a tratarlo mal. Le gritaba, no le permitía descansar, tampoco salir y puso una cámara de vigilancia para controlar los movimientos de sus trabajadores.

A sus 18 años era víctima de esclavitud laboral, una forma de tráfico humano. Pero para Juan hasta ese momento, solo se trataba de un tremendo abuso de su patrón.

“Llamaba todos los días a mi tío llorando.  Le pedía que me llevara de nuevo a Norte Carolina”.

Juan dijo que lo máximo que logró ganar fue $350 a la semana, un monto que debía distribuir entre el envío de remesas a  su madre enferma, pagar algo de su deuda y comprar comida.

“Lo que me quedaba era casi nada. Solo me alcanzaba para dos días de comida. Tenía que pedirle prestado a mi patrón para comer y él lo apuntaba a mi cuenta”.

Para cuando su tío logró reunir los $4,000 con el propósito de “liberarlo” de esa pesadilla, la deuda se había incrementado a $6,000.

Aún así, en marzo de 2013, el tío pagó el monto y se llevó a su sobrino de regreso a Raleigh. Sin embargo, no pudieron recuperar el título de propiedad de la vivienda del padre de Juan.

Problemas con inmigración
Debido a sus condiciones de vida en Los Ángeles, Juan no pudo presentarse a la Corte de Inmigración en Charlotte en el 2013 y por lo tanto, las autoridades emitieron una orden de deportación en su contra.

Una situación que él dijo desconocía y no podía ni imaginar pues había llegado bajo engaños y sin oportunidad de entender como funciona el sistema migratorio del país.

En manos de ICE
En el 2014, Juan se casó con una ciudadana americana y tres años más tarde, ambos decidieron que era tiempo de comenzar el proceso de petición familiar por matrimonio.

El gobierno de Trump estaba por iniciarse y la amenaza contra los inmigrantes hacia temer a la pareja que algo malo pudiera pasar con el caso.

“Contratamos un abogado que nos dijo que no habría problemas, pero yo que conocía poco la historia de mi esposo sabía que algo podía pasar. Cuando llegó el momento de la cita, ese abogado no quiso acompañarnos”, contó Zoila la esposa de Juan.

El 10 de enero del 2018 en las oficinas de USCIS en Durham, después que su petición de ajuste de estatus había sido aprobada, Juan fue arrestado por agentes de ICE debido a la orden de deportación que tenía en su contra.

Era un caso de  tráfico humano
Paradójicamente pese a esa terrible escenario, la suerte de Juan iba a cambiar el primer día que llegó al Centro de detención de Stewart en Georgia.

En su misma celda otro inmigrante estaba por salir en libertad para regresar a Raleigh con su familia.

“Lo vi contento porque ya se iba a su casa y me acerqué a pedirle el número de su abogado. Me lo dio  y llamé a mi esposa para pedirle que se pusiera en contacto con él”.

Es así como el abogado  Esteban Díaz, de la oficina legal Matta Law,  toma el caso del inmigrante centroamericano.

Tras revisar los antecedentes, Díaz se dio cuenta que Juan, ahora de 24 años, había sido víctima de tráfico humano y podía ser beneficiario de una visa T, destinada a personas que han caído en las garras de las redes de  trata de personas.

“Cuando me explicó su situación me di cuenta que calificaba para la visa T. El problema con este tipo de visa  es que si uno es deportado ya no califica. Por eso, lo primero que se tenía que hacer era reabrir el proceso de deportación. Al principio solamente sometimos  esa moción para que él se mantuviera aquí en el país”, explicó Díaz  a Qué Pasa. “Mientras la moción estuviera pendiente no lo podían deportar y en esa moción ingresé la petición de la visa T”.

La defensa que preparó Díaz se basó en que  la condición de víctima de tráfico humano de su cliente, un menor de edad en esa época, impidió que se presentara ante la Corte de Inmigración de Charlotte en el 2013.

“La jueza aceptó esos argumentos aunque la fiscalía se opuso”, dijo Díaz.

Después que el caso de deportación fue reabierto y tras tres semanas a la espera de que Inmigración aprobara el “prima facie determination” que es el primer nivel de aprobación de la visa T, Díaz presentó un pedido para trasladar la corte a Georgia para obtener una moción de fianza, la cual fue aprobada.

Una vez que logró la libertad de su cliente, el abogado solicitó el traslado del caso a la Corte de Charlotte, a la espera que Inmigración apruebe finalmente la petición de Visa T.

“Una vez aprobada la visa T, en tres años él se puede hacer residente o podemos hacerlo residente por petición familiar. Ahora tiene dos opciones”.

Hoy Juan sonríe con esperanza  junto a su esposa. Agradece a Dios y a su abogado y, quiere que su historia sirva de ejemplo para otros inmigrantes que estén pasando por una situación como la que le tocó vivir.

Nota: Qué Pasa cambio deliberadamente el nombre de la víctima y de su esposa. Además, omitió algunos lugares donde ocurrieron los hechos por motivo de seguridad debido a que que se trata de una víctima de tráfico humano.

 

LOS ROSTROS DE LA TRATA DE PERSONAS Y LA VISA T

 

El abogado Esteban Díaz explicó que el Tráfico Humano, considerado una forma de esclavitud moderna, tiene distintos rostros y que no se ciñe sólo a la prostitución forzada

También pueden ser víctimas de la trata de personas quienes, como en el caso de Juan,  son forzados a trabajar o que mediante el fraude o la coerción son obligadas a hacer una labor.

Diaz sostuvo que todas esas víctimas pueden ser protegidas bajo el estatus de la Visa T, creada por el Congreso de los Estados Unidos en el 2000, como parte de la Ley de Protección a Víctimas de Trata de Personas y Violencia.

De acuerdo con la Organización Polaris, líder en la lucha de la trata de personas, hay ciertas condiciones que podrían identificar a una víctima de este crimen:

  • No es libre de irse o ir y venir como lo desee.
  • Tiene menos de 18 años y está proporcionando actos sexuales comerciales.
  • Está en la industria del sexo comercial y tiene un proxeneta.
  • No recibe pago, se le paga muy poco o solo con propinas.
  • Trabaja horas excesivamente largas.
  • No se le permite descansos bajo restricciones inusuales en el trabajo
  • Debe una gran deuda y no puede pagarla.
  • Fue reclutado a través de falsas promesas sobre la naturaleza y condiciones de su trabajo.
  • Existen altas medidas de seguridad en los lugares de trabajo y / o de vida (por ejemplo, ventanas opacas, ventanas tapiadas, barras en las ventanas, alambre de púas, cámaras de seguridad, etc.).

EN CIFRAS

40,3 millones de víctimas de la trata de personas en todo el mundo.
81% de ellos están atrapados en trabajos forzados.
14,2 millones de personas estaría atrapadas en trabajos forzados en industrias que incluyen agricultura, construcción, trabajo doméstico y manufactura.
258 casos de tráfico humano fueron reportados en NC durante 2017.

Fuentes: Polaris, OIT y Oficina del Fiscal General de NC

 

Cómo reportar o pedir ayuda

  •  Si usted cree ser víctima de la trata de personas o sospecha que alguien como un amigo o vecino lo es, por favor llame al 911 o a la línea nacional de tráfico humano las 24 horas del día, 7 días a la semana: 888-373-7888
  •  Si usted no habla inglés puede pedir un intérprete.
  •  También pueden textear “BeFree” al 233733
  •  Envíe un correo electrónico a help@humantraffickinghotline.org.
  •  Llame al 911
  • La organización Polaris tomará la información confidencialmente y la enviará como pistas a los departamentos policiales los cuales trabajarán apresuradamente para hacer una investigación.
  • Llamada será derivada a las organizaciones locales que trabajan con casos relacionados a este tipo de crimen, como Salvation Army del condado Wake.
  • La organización Legal AID NC también tiene una línea de ayuda 1-866-219-LANC

 

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