Este artículo forma parte de una serie de notas que conforman el Suplemento de COVID-19 desarrollado por Qué Pasa.
A inicios de agosto el informe de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) sobre un aumento en los casos de niños con COVID-19 disparó las alarmas de los padres. ¿Qué ha pasado? ¿El virus se ha vuelto más peligroso? ¿Acaso los niños no eran inmunes? Estas preguntas se podían leer en las redes sociales. Mamás y papás de todas las comunidades estaban más preocupados que nunca.
Desde que comenzó la pandemia en marzo en Carolina del Norte los diagnósticos positivos han superado los 160 mil y casi 17 mil corresponden a pacientes de cero a 17 años, de acuerdo con el Departamento de Salud y Servicios Humanos (NCDHHS). Si bien hasta el momento solo se ha reportado una muerte pediátrica en el estado, los padres no dejan de sentir temor que sus hijos puedan contagiarse y ver complicada su salud. Por eso, por ejemplo, en medio de una coyuntura escolar han apoyado un retorno a clases pero virtual.
En entrevistas a medios locales el doctor Sean O’Leary, vicepresidente del Comité de Enfermedades Infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría dijo que múltiples factores han llevado a un aumento reciente en la cantidad de infecciones por coronavirus en niños en las últimas dos semanas, incluido un aumento de las pruebas, un mayor movimiento entre los niños y un aumento de la infección entre la población general.
“Cuando se vean muchas más infecciones en la población general, se verán muchas más infecciones en los niños”, dijo O’Leary.
O’Leary ha pedido a todos, en especial a los padres tomar en serio al virus. “No es justo decir que este virus es completamente benigno en los niños”, ha dicho.
La llegada del otoño y el contacto con otros niños en la escuela, son dos razones para prestar más atención.
La organización de salud infantil Nemours, que aboga por un cuidado de calidad para las comunidades minoritarias, indica que los padres deben estar atentos a cualquier síntoma, aún cuando parezca un resfriado.
“En los niños, los síntomas del COVID-19 suelen ser leves e incluyen descarga nasal, tos y fiebre y son similares a los del resfriado o la gripe”.
“Como no existe ningún medicamento que cure el contagio de coronavirus los pediatras solo pueden ofrecer paracetamol para la fiebre y aconsejar a los padres para que brinden el cuidado en casa hasta que los síntomas desaparezcan por completo”, indica Nemours.
Cuando un niño tiene síntomas leves aún tiene energía para jugar como si estuviera sano. Un cambio en ese sentido debe ser una señal para los padres.
“Si han dejado de hacer actividades normales, como comer y jugar y a eso se suma fiebre y tos pero no están gravemente enfermos, igual deben ser evaluados por un médico”, indica la organización de salud.
Es así como los padres deberán ponerse en contacto con el pediatra o proveedor de salud.
Si el niño tiene dificultad para respirar o dolor en el pecho, debe ser trasladado de inmediato a un centro de salud. En la medida de lo posible, se debe llamar antes para prevenir al personal médico a que tomen las medidas de seguridad y así evitar la exposición al virus.
“Si sabe que su hijo ha estado expuesto a una persona con una infección confirmada o una sospecha de infección con COVID-19, notifique al pediatra para que le dé recomendaciones del caso”.
No obstante, la protección de los niños está ligada con la actitud de los adultos. La doctora Sally Goza presidenta de AAP dijo en un comunicado de prensa que “para protegerlos debemos seguir todas las medidas de salud pública que sabemos que pueden contener al virus. Esto incluye el distanciamiento físico, el uso de cubiertas faciales de tela, lavarse las manos y evitar grandes reuniones”.