Este artículo forma parte de una serie de notas que conforman el Suplemento de COVID-19 desarrollado por Qué Pasa.
La pandemia del COVID-19 está afectando a los niños y adolescentes de distintas maneras, más allá de lo que supone estar en riesgo de contagio. El distanciamiento social y el cambio de las rutinas escolares han alterado sus vidas de sobremanera y esto está repercutiendo en la salud mental de los jóvenes.
Además del cambio en las escuelas, la pérdida de oportunidades recreativas, la separación o el confinamiento familiar, las rutinas y experiencias interrumpidas y la pérdida de ingresos familiares han llevado a un aumento de la ansiedad, el estrés, la incertidumbre y el miedo entre los jóvenes.
“Los niños no se sienten seguros porque no saben si ellos se van a enfermar o si sus familiares se van a enfermar. No saben cuánto tiempo van a tener que estar en casa, no saben cuánto tiempo van a durar los problemas económicos”, explica a Qué Pasa la doctora Gabriela Nagy, psicóloga y profesora en la Universidad de Duke.
Los expertos también están observando cambios en el comportamiento de los jóvenes. “Estamos viendo cambios de ánimo y de comportamiento en los adolescentes, que en muchos casos resulta en un aumento de los conflictos entre los chicos y los familiares”, señala la doctora Victoria Romero, terapeuta en la clínica de salud mental El Futuro, de Durham.
La doctora Nagy indica que una de las razones de este cambio de comportamiento podría deberse a que, a raíz del confinamiento y el distanciamiento social, los jóvenes “no tienen una vía de escape, están en el mismo ambiente todos los días. Antes, quizá podían ir a la escuela y cambiar de ambiente, pero ahora con el distanciamiento social, los chicos se tienen que quedar en casa todo el día”.
La pandemia también ha llevado a los chicos y chicas que todavía no han llegado a la edad adulta a asumir responsabilidades en el hogar que antes no tenían. “Por ejemplo, hay casos en que alguno de los padres perdió el trabajo y ahora el adolescente es quien tiene que contribuir con la economía familiar”, explicó la doctora Nagy. “Todo esto se combina y se crea un entorno muy difícil para los chicos”, añadió.
Comunicarse es esencial
Si bien hablar sobre los sentimientos y emociones entre padres e hijos no es costumbre entre las familias latinas, ambas doctoras coinciden en que mantener una comunicación abierta con los hijos es esencial para mitigar el estrés y la ansiedad que la pandemia está causando en los jóvenes.
“Es importante que los padres mantengan una comunicación abierta con sus hijos, especialmente los adolescentes, tener la confianza y mantenerse conectado con ellos”, dice la doctora Romero.
“También es bueno que los padres compartan con sus hijos cómo les está afectando la pandemia a ellos, para que los chicos sepan que sentirse así es normal”, añadió la doctora Nagy, quien recomienda preguntar directamente a los hijos por sus necesidades para que los padres sepan cómo ayudarlos.
Aislados frente a la pantalla
Antes del inicio de la pandemia, había una preocupación general de los padres por la cantidad de tiempo que sus hijos pasaban frente al teléfono o la computadora. No obstante, estos dispositivos se han convertido en herramientas esenciales, no solo para el aprendizaje, sino también para mantener las relaciones sociales.
“Los adolescentes se están sintiendo muy aislados y la única forma que pueden mantener contacto con sus amigos es a través del teléfono o de la computadora”, señaló la doctora Nagy. Además, “las redes sociales nos ayudan a sentirnos conectados”.
Sin embargo, la doctora explica que las redes sociales también ejercen mucha presión social en los adolescentes, ya sea en cuanto a estándares de belleza, nivel de vida, “lo que se considera o no cool”, etc.
“Antes conectarse a Internet podía ser una vía de escape, una manera de relajarse. Ahora toda nuestra vida pasa en la pantalla: las clases, el trabajo, las relaciones con los amigos… Los adolescentes pueden sentirse atrapados” y esto impacta su salud mental, dijo Nagy.
Por eso, la doctora Romero insiste en la importancia de tener contacto personal siempre que sea posible, pues “una parte importante del desarrollo del adolescente consiste en practicar y aprender a cómo llevarse con los otros en persona”, indicó.
“Es importante buscar formas de comunicación en casa sin tener teléfonos sobre la mesa”, añadió Romero.