Un hincha hace ruido con una corneta detrás de una bandera de Colombia, antes de un partido entre la selección de ese país y Ecuador en Quito, el marts 28 de marzo de 2017 (AP Foto/Fernando Vergara)

He tenido el privilegio de ser el orador anual de fondo del Coctel de Independencia de Colombia en Charlotte, desde su establecimiento en 2017.

El año pasado, en medio del fragor del estallido social de 2021, en un acto presencial el 16 julio, puse a la palestra la visión discordante frente a la efervescente insurrección.

El domingo 19 de junio serán las elecciones presidenciales de Colombia. El futuro de 50 millones de compatriotas en territorio colombiano y cuatro millones en el exterior, como yo en Charlotte, está en juego. Esto dije:

“Patria. te adoro en mi silencio mudo

y temo profanar tu nombre santo

por ti he gozado y padecido tanto

como lengua mortal decir no pudo

no te pido el amparo de tu escudo

sino la dulce sombra de tu manto

quiero en tu seno derramar mi llanto

vivir, morir en ti pobre y desnudo”

El autor de estas letras es Miguel Antonio Caro, periodista, escritor y filólogo, presidente de Colombia, quien podría ser mi antípoda ideológico. Ortodoxo, corporativista, corredactor de la constitución de 1886.

Demasiado cuadrado para mi irreverente e iconoclasta concepto de vida. Distantes 180 grados en la batalla de las ideas, a Caro me une ese profundo sentimiento de amor por Colombia.

La Patria hoy vive momentos difíciles de polarización, de división, pero no ha sido el peor tiempo de la historia.

  • Difícil fue aceptar la mutilación del territorio, con la forzada separación de Panamá.

Grave fue cuando iniciamos el siglo 20, con 100 mil muertos, en un país de 6 millones de habitantes, debido a la Guerra de los Mil Días.

  • Terrible fue el periodo de la violencia partidista de los cuarenta y los cincuenta, cuando murieron 250 mil personas.

Pero el vaso no se puede ver tan vacío.

Desde el siglo 20 hasta nuestros días solo ocurrió un golpe de estado contra el poder ejecutivo y el militar solo gobernó cuatro años.

En Colombia tenemos la tradición que los presidentes terminan sus periodos y entregan el poder.

Nunca en los 211 de historia colombiana se ha asesinado a un presidente en ejercicio.

Aquí en Estados Unidos, nuestra patria de adopción, se han registrado los homicidios de cuatro mandatarios. Eso también ha ocurrido en 15 países de la región.

En medio de todas las vicisitudes y conflictos hemos sido la democracia más estable de Latinoamérica.

Las raíces del descontento, de la crisis actual se derivan de una economía que desde siempre no ha garantizado un nivel de vida satisfactorio para la mayoría de la población.

Pero el problema sistémico nuestro de acudir a la violencia para solucionar las diferencias, debería cambiar.

  • Gandhi independizó a la India del Imperio Británico, transformando manualmente el agua marina en sal.
  • Los portugueses tumbaron una dictadura de décadas colocando claveles rojos en los cañones de los fusiles de los soldados.
  • En 12 días con silbatos y haciendo sonar sus llaves, la Revolución de Terciopelo acabó con la dictadura comunista en Checoslovaquia.
  • En 1990, la juventud colombiana pacíficamente lanzó la séptima papeleta, un plebiscito para cambiar la constitución de 1886, y lo lograron. La Constitución del 91 se les debe a ellos.
  • Allá en Galilea, hace 2000 años, un activista comunitario acompañado de 12 prosélitos, cambió el mundo, predicando amor.

Ustedes los Líderes Colombianos en Charlotte son una muestra de cómo con el trabajo se hacen los cambios.

“Patria te adoro en mi silencio mudo”.

¡Viva Colombia! ¡Viva Colombia! ¡Viva Charlotte! ¡Vivan los colombianos en Charlotte! ¡Viva Paipa, Sochagota, y Vargas! ¡Carajo!

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