
Desde que llegué a Estados Unidos en 1979 he tenido el privilegio de votar en todas las elecciones presidenciales colombianas, gracias a que el país en que nací fue pionero en Latinoamérica en la implementación de jornadas electorales en el exterior.
Las votaciones se han realizado desde la década de los sesenta del siglo pasado, el mismo día y con las mismas características de los comicios que se han efectuado en Colombia en las mismas fechas.
La legislación colombiana no inventó procesos complicados para que sus ciudadanos radicados fuera de su territorio cumplan el acto cívico de sufragar.
No hay trámites complejos de envío de votos por correo o procesos similares.
La ley colombiana que reguló el voto en el exterior tuvo su redacción final en 1961 y comenzó a aplicarse en 1962, hace 60 años.
Las votaciones en el exterior de otros países iniciaron en Perú en 1980, Brasil en 1989, Argentina en 1993, Venezuela en 1998, Honduras en 2001, Ecuador en 2002, República Dominicana en 2004, México y Panamá en 2006, Bolivia en 2009, Costa Rica y El Salvador en 2012, Paraguay en 2013, Chile en 2017.
Para los comicios colombianos en el exterior, las embajadas y consulados han colaborado con la Registraduría Nacional del Estado Civil, que es el ente encargado de los procesos electorales desde 1935.
Yo he tenido asignados tres puestos de votación en los 40 años en que he sufragado en las presidenciales colombianas, las sedes de los consulados en Los Ángeles y Miami, y los lugares que ha dispuesto el consulado de Atlanta en Charlotte.
Ocho presidentes de Colombia han ocupado el solio de Bolívar en el Palacio Presidencial en Bogotá, desde que yo he vivido en Estados Unidos, seis por periodos de cuatro años y dos por lapsos de ocho años.
En total han sido diez elecciones presidenciales que me han tocado, porque los dos reelegidos de los periodos ocho años tuvieron contiendas.
Pero, los actos de sufragar fueron más, si se cuentan las votaciones previas a la elección final, primeras vueltas, selección de candidatos de las coaliciones y otros procesos.
Mis votos siempre han sido basados en principios y no por las posibilidades de triunfo de los aspirantes.
En seis ocasiones mis candidatos perdieron y en cuatro ganaron.
También, los colombianos en el exterior hemos estado habilitados para votar por senadores y representantes a la Cámara.

Desde 2002 tenemos la oportunidad de votar por el representante a la Cámara por el exterior, algo que también fue una innovación de la legislación colombiana, para que los residentes en el exterior tuviesen presencia en el Congreso.
En las recientes elecciones del domingo 29 de mayo, los colombianos en el exterior votaron en contravía a lo ocurrido en territorio del país.
Del millón de colombianos con derecho a sufragar, votaron poco más de 300 mil, el 31 por ciento.
En el exterior perdieron, el exguerrillero y exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro (31 por ciento) y el ingeniero y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández (13 por ciento).
El aspirante Federico Gutiérrez, y su formula vicepresidencial Rodrigo Lara, que en territorio colombiano quedaron de terceros, ganaron en el exterior con 45 por ciento de los sufragios.
En Estados Unidos, Gutiérrez y Lara lograron 82,841 votos contra 20,619 de Petro y 15,440 de Hernández.
En Charlotte, de 1,218 sufragios, Gutiérrez y Lara, obtuvieron 769, Petro 227 y Hernández 134.
Lo que se viene en las elecciones finales entre Petro y Hernández para el domingo 19 de junio tiene en vilo a los 50 millones de colombianos radicados en el país y a los 5 millones de integrantes de la diáspora colombiana.
Sin ser adivino o el oráculo de Delfos, ya sé por quien votarán los colombianos afincados en Estados Unidos y en el resto de los países del exterior.