Brasilia, 17 nov (EFE).- El Gobierno brasileño minimizó hoy el riesgo de que ocurra una nueva ruptura de los diques en el complejo minero donde se produjo un gran vertido de lodo y residuos minerales hace dos semanas, después de que la empresa admitiera la posibilidad de que se produjera un nuevo accidente.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que encabezó una reunión para evaluar medidas de respuesta al accidente minero, afirmó que el Gobierno está monitorizando los diques "a través de varios mecanismos" y en colaboración con la minera Samarco.

El gobernador del estado de Minas Gerais, Fernando Pimentel, dijo que la empresa está depositando 500.000 metros cúbicos de roca en los diques, lo que "reduce el riesgo" de rupturas.

Samarco reconoció hoy que existe la posibilidad de que puedan romperse los diques de otros dos depósitos de agua y residuos del complejo minero situado en el municipio de Mariana (Minas Gerais).

El director de operaciones e infraestructura de Samarco, Kléber Terra, dijo que el dique de Santarém tiene un índice de estabilidad de 1,37 en una escala de 0 a 2 y el dique Selinha tiene un índice de 1,22, lo que indica una mayor probabilidad de ruptura.

El factor de 1,00 marca el límite de seguridad para este tipo de diques, informó la compañía minera, que está realizando obras para reforzar las barreras, que se deben extender los próximos 90 días.

El pasado 5 de noviembre la ruptura de los diques de contención de dos depósitos de agua y residuos minerales usados en una mina causaron una riada de 62 millones de metros cúbicos de lodo y residuos minerales.

La riada destruyó completamente el poblado de Bento Rodrigues, dependiente de Mariana, anegó otros seis poblados y una enorme extensión de tierras y afectó al río Doce, uno de los más importantes del sureste del país.

Según el último balance oficial, el accidente causó por lo menos once muertos, cuatro de ellos todavía sin identificar, y los cuerpos de rescate todavía buscan a doce desaparecidos.

La ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, calificó el accidente como la "catástrofe ambiental más grave" ocurrida en Brasil.