México, 8 jun (EFE).- El próximo gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, buscará sacar adelante el estado más rico de México con la estrategia casi pueril de tutearse con la gente de la calle, a la que le dará su número de teléfono y le contestará las llamadas.

"Es el 8110506429 y jamás lo voy a cambiar", dijo varias veces antes de empezar su campaña como candidato independiente, basada en no gastar dinero en anuncios de televisión, sino en invertir en las redes sociales en uno de los estados con mejor acceso a la red en Latinoamérica.

Tiene la imagen del típico macho mexicano de las películas del siglo pasado, alto, con voz de tenor y suele aparecer encima de un caballo con botas y sombrero.

Sin embargo, conmovió a los electores con frases pacifistas de Mahatma Gandhi ligadas con una vocación suicida de zapador, la misma que le permitió expulsar a los delincuentes del pueblo de García, del cual fue alcalde (2009-2012).

"La fórmula para vencer la violencia y la maldad no son las armas, es el corazón", repite en sus arengas como si fuera un Gandhi que come tacos y toma tequila, aunque como alcalde de García demostró que comparte su lado bondadoso con una mano dura, con la cual sacó a los narcotraficantes de su pueblo.

Si es un fenómeno mediático o un líder de corta vista es algo por verificar, pero por lo pronto el Bronco se metió en los bolsillos a los exigentes votantes de Nuevo León y en su primer discurso juró enviar a la cárcel al gobernador saliente, Rodrigo Medina, si se demuestra que robó.

Por sus botas, su sombrero y su caballo lo han comparado con el expresidente Vicente Fox (2000-2006) y por su discurso de pueblo con el eterno candidato presidencial de izquierda Andrés Manuel López Obrador, pero Rodríguez ha dejado claro que los dos le caen mal y si acaso se parece a alguien es al "Llanero solitario", el personaje del escritor Fran Striker.

A partir de octubre, cuando asuma las riendas de Nuevo León, deberá demostrar si es un líder auténtico o un político más que dejó las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para convertirse por cuenta propia en aspirante como un atajo para llegar al poder.

Por ahora este sobreviviente de un par de ataques del crimen organizado se ha desmarcado de los políticos de su generación y en su camino al poder evitó fotos con niños huérfanos, ancianos desvalidos y personas en sillas de ruedas.

Una vez elegido prometió mantener su residencia en García, una localidad de 150.000 habitantes, ubicada a unos 38 kilómetros de Monterrey, la capital estatal y cuna de grandes empresas.

"Voy a rentar una casa en Monterrey para dormir cuando se me haga tarde, pero seguiré viviendo en García, donde está mi mujer y estudian mis chamacos. Ahí corren y crecen entre gallinas, gallos y borregos, y tengo unas vacas que ordeñamos para tomar la leche del día", dice con un lenguaje que permite recordar al humilde expresidente uruguayo José Mujica.

Jaime Rodríguez nació el 28 de diciembre, día que en México se celebra el día de los inocentes y siempre cabe la posibilidad que su discurso sea una burla para agarrar movidos a los miles de electores cansados de los partidos.

Si es más de lo mismo o se trata de un Quijote moderno encima de un caballo, aunque no tan enjuto, se sabrá pronto, pero de momento es el político de moda en un país con poca esperanza, algo que no buscó, pero quiere mantener con la estrategia de tratar de tu a los ciudadanos.

Hartos del sistema, los regiomontanos han apostado por algo diferente, pero no deben olvidar que el Bronco perteneció por más de 30 años al sistema como miembro del PRI.

De manera irónica, un cándido anuncio hecho hace unas horas por la Fundación del Español Urgente puede tener otra lectura y verse como un llamado a esperar un poco antes de considerar a Rodríguez como álter ego del bendito loco de un lugar de la Mancha.

"El sustantivo broncomanía, con el que se alude a la 'afición apasionada por el Bronco', se escribe con minúscula inicial y sin comillas", dicen los eruditos del idioma de Miguel de Cervantes, el autor del Quijote.