Teherán, 19 feb (EFE).- Las elecciones parlamentarias en Irán se celebran en un contexto complicado debido a las sanciones de Estados Unidos y las crecientes tensiones con este país, así como a las presiones de Europa en el asunto nuclear y al descontento social interno.

La crisis económica, causada por las sanciones pero también por la mala gestión y la corrupción, es la principal preocupación de los ciudadanos, muchos de los cuales tienen poca esperanza en que el Parlamento que salga de los comicios del próximo día 21 solucione sus problemas.

En el Gran Bazar de Teherán, Fateme Farhudí, una mujer de 58 años que no va a acudir a las urnas, lamentó en declaraciones a Efe que "excepto las clases altas, que quizás representan un 2 o un 3 % de la población de Irán, el resto está por debajo de la línea de pobreza y está sufriendo una situación muy dura".

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía iraní se contrajo en 2019 un 9,5 % y se espera que en 2020 se mantenga en un crecimiento cero y la inflación sea de nuevo superior al 30 %.

LAS TENSIONES CON EE.UU. REFUERZAN A LOS CONSERVADORES

Las sanciones no son la única herramienta empleada por EE.UU. para presionar a Irán. Las habituales tensiones llegaron a su punto más álgido a principios de enero pasado, cuando fue asesinado en un bombardeo selectivo estadounidense en Bagdad el poderoso general iraní Qasem Soleimaní.

Al asesinato del arquitecto de la estrategia militar de Irán en la región, la Guardia Revolucionaria reaccionó con un ataque con misiles a una base en Irak con presencia de tropas estadounidenses, lo que hizo saltar las alarmas a una eventual guerra.

El régimen iraní ha asegurado que ese ataque fue solo el comienzo de su venganza y que su objetivo es la salida de las fuerzas estadounidenses de Oriente Medio, usando esta crisis para movilizar a los votantes a favor de los candidatos conservadores.

Esta petición de "dura venganza" fue el lema de la conmemoración del 41 aniversario del triunfo de la Revolución Islámica el pasado 11 de febrero, cuando los asistentes, en su mayoría conservadores, también proclamaron que resistirán "siempre y hasta el final".

Durante esa concentración, Mohamad Yavad Masumí, un funcionario de 30 años, dijo a Efe que es necesaria la venganza y la resistencia y también acudir a las urnas el día 21 para "limpiar el Parlamento de los hipócritas internos".

"Los problemas económicos se deben a nuestro actual Parlamento y Gobierno (dominados por los reformistas y moderados). Sus soluciones se basaron en el acuerdo nuclear, pero hay que apoyarse en las capacidades internas y no en Occidente", subrayó Masumí.

LA INFLUENCIA DEL ACUERDO NUCLEAR

En un buen resumen de la situación, el centro de estudios Chatham House indicó en un reciente análisis que los conservadores tratan de "capitalizar las frustraciones económicas del pueblo y las preocupaciones más amplias de seguridad regional".

Entretanto, los reformistas, que apoyaron el acuerdo nuclear de 2015, se han visto "gravemente debilitados" por la campaña de presión máxima de EE.UU., que impuso sanciones a Irán tras retirarse del pacto, a lo que Teherán ha respondido dejando de cumplir gradualmente con sus compromisos, entre ellos el límite al enriquecimiento de uranio.

Ante los incumplimientos de Irán, los tres países europeos signatarios (Francia, el Reino Unido y Alemania) decidieron el pasado enero activar el mecanismo de arreglo de diferencias, lo que podría suponer el fin del pacto si llega al Consejo de Seguridad de la ONU.

No obstante, acudir al Consejo es la última opción, según el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, quien en una reciente visita a Teherán explicó preguntado por Efe que la citada decisión "no es una medida dirigida a acabar con el acuerdo sino para intentar mantenerlo vivo, para dar tiempo a las negociaciones".

EL HARTAZGO DE LA POBLACIÓN

La crisis económica y la fuerte devaluación de la moneda nacional han fomentado en el último año y medio protestas y huelgas de algunos sectores profesionales, que vivieron su punto culmen el pasado noviembre.

La subida ese mes del precio de la gasolina sacó a miles de personas a las calles y condujo a actos de vandalismo. Las fuerzas de seguridad reprimieron sin contemplación a los manifestantes, de los que al menos 304 murieron y miles fueron detenidos, según Amnistía Internacional.

El miedo a una nueva ola de represión, unido al gran despliegue de antidisturbios, hizo que fueran más limitadas las protestas que surgieron el pasado enero tras el derribo por error en Irán de un avión ucraniano que causó la muerte de sus 176 ocupantes.

Todos estas protestas, fuera cual fuera su motivación, derivaron en fuertes críticas contra el sistema teocrático de Irán, que espera nuevos conatos de descontento en 2020.

Marina Villén

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