Madrid, 18 jun (EFE).- Los socialistas españoles del PSOE, que desde 1982 gobernaron el país durante veintiún años en dos etapas, temen ahora que el vaticinio de las encuestas se cumpla y, relegados a ser la tercera fuerza tras el 26 de junio, tengan como principal papel ser apoyo del partido que acceda al poder.
Casi todos los sondeos de las últimas semanas auguran que la coalición de izquierdas Unidos Podemos va a superar el domingo 26 a los socialistas, que de ese modo perderían la condición de primer partido de la izquierda en España.
En los anteriores comicios, en diciembre pasado, el PSOE tuvo los peores resultados de su historia, con noventa escaños en un Congreso de 350, y en el hecho de verse superado ahora tiene mucho que ver la coalición a la que han llegado el nuevo partido Podemos, que tuvo 69 diputados, e Izquierda Unida, con dos.
La suma de las dos formaciones lograría superar los 71 escaños conseguidos en diciembre pasado, porque les permitirá sumar unos votos que, dada la normativa electoral española que beneficia siempre a los partidos más votados, serían decisivos en el reparto de escaños.
Los sondeos apuntan que el PSOE estaría en poco más de ochenta escaños, mientras que Unidos Podemos se acercaría a los noventa.
Tras las últimas elecciones, el candidato socialista Pedro Sánchez aceptó el encargo del rey Felipe VI de presentarse para ser investido como presidente del Gobierno, después de que declinara el líder del centroderecha (PP) y jefe del Ejecutivo en funciones, Mariano Rajoy, cuyo partido logró 123 escaños.
Sánchez sólo obtuvo el respaldo de los liberales (cuarenta diputados) y se vio rechazado por el PP y por Podemos, a pesar de que hubo alguna negociación con esta fuerza de izquierdas.
Los socialistas acusan a Podemos de negarse a un acuerdo para desalojar del poder a Rajoy por táctica, ya que en el fondo su pretensión era una repetición electoral - lo que Podemos denomina segunda vuelta - para conseguir sobrepasar al PSOE y ser alternativa de izquierdas al PP.
Las encuestas sugieren que ese movimiento puede ser una realidad el día 26 y dejar al PSOE en tercer lugar.
Ello supondría un vuelco en la historia de la política española desde la recuperación de la democracia en 1977, porque el PSOE perdería un lugar de privilegio que le ha llevado a gobernar entre 1982 y 1996 con Felipe González y entre 2004 y 2011 con José Luis Rodríguez Zapatero.
Cuestionado desde que a mediados de 2014 accediera a la Secretaría General del PSOE, Pedro Sánchez tiene ahora un respaldo absoluto de toda la formación, que ha cerrado filas ante el temor a un bajón electoral que reduzca el peso del partido en la sociedad española.
Es el miedo a que se repita en España la crisis de partidos socialdemócratas en distintos países de Europa, y en especial en el caso de Grecia, donde el PASOK, gobernante durante años, ha cedido ante el empuje de la coalición de izquierdas Syriza.
Pedro Sánchez y sus colaboradores restan importancia a las encuestas y aseguran que no perderán su lugar de referencia en la izquierda española.
Para ello intentan movilizar a su electorado tradicional y en especial a los jóvenes, más afines a Podemos, algo que el propio Sánchez ha reconocido en estos días, cuando ha admitido que el votante socialista está "desanimado".
Como segundo o como tercero - todas las encuestas confirman que el PP volverá a ganar, aunque lejos de la mayoría - los socialistas volverán a tener en su mano la formación del próximo gobierno.
"Todos aquellos que dicen que el próximo Gobierno va a depender del Partido Socialista tienen razón", ha dicho Sánchez quien, no obstante, subraya que no apoyará en modo alguno al PP y se muestra frío con la perspectiva de hacer presidente del Gobierno al candidato de Unidos Podemos, Pablo Iglesias.
Jesús García Becerril