Berlín, 13 abr (EFE).- La sombra de Rusia y la convocatoria de una decena de acciones de protestas planean sobre la reunión de los ministros de Exteriores del G7 que se abre mañana en Lübeck (norte de Alemania), con Ucrania, Irán y la lucha contra el terrorismo yihadista como ejes de la agenda de trabajo.
La pregunta de hasta qué punto tiene sentido abordar sin la presencia de Moscú cuestiones como el programa atómico iraní o la situación en Siria pesa sobre la primera gran cita del G7 bajo la presidencia de turno alemana, que concluirá con la cumbre de sus líderes, en junio, en Elmau (Baviera).
«No es intención del Gobierno alemán aislar a Rusia. Pero no podemos ignorar la anexión de Crimea y hacer como si nada hubiera ocurrido», afirmó el ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, al diario «Die Welt», sobre la reunión con sus colegas de Francia, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Japón.
Del formato G8 -el Grupo de los Siete más Rusia- se volvió al originario del G7 tras estallar el conflicto ucraniano, a pesar de que en las negociaciones internacionales en las que abordan esas grandes crisis globales sí está Moscú.
Exponente de ello es la reunión del propio Steinmeier hoy en Berlín con sus colegas ruso, Serguéi Lavrov, ucraniano, Pavló Klimkin, y francés, Laurent Fabius, en el marco de las conversaciones a cuatro bandas que mantienen estos países para el seguimiento de la implementación de los acuerdos de paz de Minsk.
La reunión de los titulares de Exteriores de Lübeck comenzará mañana, aunque hasta el miércoles no se incorporará a sus sesiones el estadounidense John Kerry, ya que el martes debe intervenir ante el Congreso de EEUU para exponer el controvertido preacuerdo con Irán.
Con la llegada del secretario de Estado de EEUU se entrará en cuestiones fundamentales, como el acuerdo preliminar alcanzado el 2 de abril en Lausana (Suiza) entre Teherán y el Grupo 5+1 que debe conducir, previsiblemente en julio, a la firma de un pacto definitivo sobre el programa nuclear de Teherán.
En esos acuerdos también está implicada directamente Rusia, lo que refuerza la petición de la oposición alemana -principalmente la Izquierda- para que se invite a Vladímir Putin a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del 7 y 8 junio con el argumento de que, sin Rusia, no pueden esperarse soluciones a grandes conflictos globales.
El G7 nació en 1975 y se reforzó en 1998 con Rusia para convertirse en el G8, formato representativo de las cumbres entre las superpotencias.
La presidencia alemana ha incluido en la agenda de la reunión de mañana dos temas propios: la seguridad marítima, con medidas concretas para las rutas comerciales amenazadas por la piratería o por crisis regionales, y África, con especial atención a la lucha contra el ébola.
Ambas cuestiones deberán quedar reflejadas en los textos finales de la reunión, que concluirá el miércoles, sobre las 13.00 GMT, con las correspondientes conferencias de prensa de los ministros.
Entre la apertura de mañana, con una recepción en la alcaldía de Lübeck, y la presentación de los documentos finales se habrá tenido ocasión de evaluar la eficacia del operativo policial desplegado en esa tranquila ciudad hanseática de 210.000 habitantes.
Sus autoridades han preparado un dispositivo de 3.500 policías, cuyo objetivo es evitar disturbios e incidentes como los registrados el pasado marzo en la inauguración de la nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) de Fráncfort.
Será un ensayo general para la cumbre de junio, ya que se esperan acciones de protesta, sentadas e intentos de bloqueo en los escenarios donde discurrirá la reunión de los ministros, desde la alcaldía al Museo Hanseático de Lübeck.
El objetivo de algunas de estas marchas -como la convocada mañana por el colectivo «Stop G7»- es ser lo más «molestas» posible para la reunión de ministros, mientras que el operativo antidisturbios intentará evitar escenarios de barricadas de contenedores o vehículos policiales ardiendo, como ocurrió en las protestas de Fráncfort.