Jerusalén, 8 jul (EFE).- La subdirectora de la oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en los territorios palestinos, la española María José Torres, cree que "no solo hay que reconstruir, sino recuperar la Franja" un año después de la ofensiva militar israelí sobre Gaza.
A los 51 días de enfrentamientos entre el Ejército israelí y milicias palestinas que arrasaron la Franja y destruyeron anímica y psicológicamente a muchos gazatíes le habían precedido siete años de bloqueo israelí por tierra, mar y aire que habían estrangulado el desarrollo económico y social del enclave y que, a día de hoy, continúa.
Tras la guerra llegó un año de dolor, pobreza y espera de una reconstrucción "que no ha empezado" porque la comunidad internacional solo ha aportado un 28 por ciento de los 3,5 mil millones de dólares que comprometió para la reconstrucción, un retraso motivado en parte y, según justifican los donantes, por la división palestina interna entre Hamás, en Gaza y Al Fatah, en Cisjordania.
"Ahora vemos a la gente de Gaza en una situación difícil y es muy importante mandar el mensaje de que no es suficiente que la población recupere el nivel de antes de la guerra. Cuando sucedió el conflicto ya estaban en una situación muy difícil", opina Torres en una entrevista con Efe.
"Hay más de 12.000 viviendas destruidas y 100.000 personas siguen desplazadas. Hubo una gran destrucción de infraestructura tanto a nivel de vivienda, hospitales, centros de atención primaria, escuelas o saneamiento. Sufrieron el impacto de la guerra. La estructura básica es una dimensión importante a recuperar", expone.
Pero también es necesario incidir en aspectos menos visibles.
Hay otra cosa que debe superar la población "la parte más intangible pero la más impactante, que es el sufrimiento de la guerra. El trauma. Más allá de las cifra escalofriante de 1.462 civiles muertos, entre ellos 300 mujeres y 551 niños", observa la trabajadora humanitaria.
Trabajadores humanitarios han llegado a señalar que toda la población de la Franja necesita atención psicosocial.
Hasta la fecha y según cifras de la OCHA, han sido tratados unos 86.000 de los 300.000 menores diagnosticados con síndrome postraumático o problemas de salud mental que necesitan de tratamientos específicos, así como de medicación que no siempre es posible encontrar a causa del bloqueo.
Las secuelas de la guerra se extienden y contaminan también otras esferas sociales como la del desempleo, estimado en un 43 por ciento por el Banco Mundial -el más alto del mundo- y que deja a un 80 por ciento de los 1,8 millones de habitantes del enclave costero en manos de la ayuda humanitaria.
"Hay familias que han perdido su vivienda o están en desempleo y viven en condiciones de hacinamiento, lo que tiene impacto en la violencia y abusos", abunda Torres, que agrega que aún no es posible ofrecer estadísticas sobre el tema pero que existen indicios suficientes para considerarlo un problema creciente.
"Los niños y las niñas son quienes más reciben el impacto y también las mujeres, porque son el punto más frágil de la cadena", valora esta experta sobre una situación que pone en riesgo el futuro de la Franja.
Explica que, durante el verano, por ejemplo, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) organizaba campamentos para los menores, el 60 por ciento de la población del enclave, pero este año la falta de fondos que aqueja la organización le impide ofrecer alternativas de ocio.
"Los niños y niñas, como en España, están ahora fuera del colegio. La diferencia es que para ellos su parque son los escombros", lamenta.
Las niñas "no pueden salir solas a las calles. La vida de una adolescente en Gaza es estar en casa, tiene que ir siempre acompañada y esto genera mucha presión, combinado con las condiciones inapropiadas de vivienda, un entorno sofocante", mientras que los niños afrontan otros riesgos.
"Ante la falta de opciones, los niños que no son tan pequeños se sienten tentados por las opciones que ofrecen las milicias. Son un objetivo fácil para las bandas armadas por no ser capaces de digerir lo ocurrido, sentir la falta de futuro. Estos niños pueden entrar en esquemas muy complicados para ellos", alerta.
Todos estos factores, sintetiza Torres, provocan "un deterioro importante en la calidad de vida que a su vez tiene un impacto humanitario" en un lugar "donde es imposible mantener a la gente en asistencia humanitaria permanente".
Para la subdirectora está claro por dónde debe comenzar el cambio.
"Para poder recuperar la Franja hace falta, de manera sistemática, sostenible, afrontar el tema del cierre, del bloqueo" israelí que impide la entrada de materiales de reconstrucción, el crecimiento de la economía a través de la importación y exportación de productos y el libre movimiento de las personas.
Éste, levantar el bloqueo israelí apoyado por Egipto con el cierre de su parte de frontera, debe ser el objetivo último porque "la única forma de contribuir a que Gaza se recupere es que haya una apertura de los cruces que permita a trabajadores salir fuera para poder tener un impacto en el producto interior bruto de la economía" y lograr así "que los trabajadores humanitarios no tengan que proveer asistencia".