Madrid, 10 nov (EFE).- El noruego Magnus Carlsen, el Mozart del ajedrez, expondrá su corona mundial del 11 al 30 de noviembre en Nueva York ante Sergey Karjakin, la gran esperanza de la escuela rusa para reconquistar un título que tuvo por última vez en 2007 en poder de Vladimir Kramnik.

Será un encuentro al mejor de 12 partidas que tendrá por escenario el Fulton Market de Manhattan y que concluirá, por tanto, cuando uno de los dos alcance los 6,5 puntos.

Carlsen, apodado el Mozart del ajedrez por su juego armónico y combinativo, arrebató en Madrás el título mundial al indio Viswanathan Anand en noviembre de 2013 y un año después, en Sochi (Rusia) lo defendió con éxito ante el mismo contrincante.

Amigo del presidente Vladimir Putin, Karjakin, de 26 años, ganador del torneo de Candidatos en marzo pasado, luchará por seguir la senda de grandes campeones rusos como Alexander Alejin, Mijail Botvínnik, Boris Spassky, Anatoly Kárpov o Gari Kaspárov.

El Gran Maestro ruso alcanzó en 2002 el máximo rango del ajedrez con sólo 12 años y 7 meses, un récord mundial que nadie había conseguido antes ni lo ha hecho después. Ahora comparece ante Carlsen en defensa de la gloriosa tradición ruso-soviética con la responsabilidad de presentar batalla al campeón noruego y el complicado reto de batirlo.

Número uno desde hace cinco años, Carlsen, de 25 años, lidera el ránking mundial con 2.852 puntos, 81 más que el aspirante, que ocupa sólo la novena plaza, de ahí que todos los pronósticos auguren la victoria del campeón, especialmente después de la derrota que le infligió a Karjakin en Bilbao, en julio pasado.

Pero la posición en la lista mundial no siempre resulta decisiva. Un match con el título en juego constituye una competición especial en la que operan otros factores como la entereza mental, la resistencia física, la preparación específica frente a un rival determinado o la capacidad de sorprender en posiciones conocidas.

Carlsen y Karjakin se han enfrentado hasta ahora en 47 partidas oficiales, 21 de ellas a ritmo clásico, y el balance favorece claramente al campeón, que ha logrado 4 victorias frente a una sola del ruso.

Magnus se ha revelado como un jugador temible no sólo en torneos, sino especialmente en los duelos cara a cara. El noruego es capaz de sacar partido de posiciones áridas y no regala jamás unas tablas si observa una posibilidad de victoria por remota que sea, prolongando el juego, a veces, hasta rozar la falta de respeto a su rival.

Cualquier adversario del campeón mundial sabe que al otro lado del tablero tendrá a un rival rocoso, dispuesto a someterle a una verdadera tortura. Carlsen nunca tiene prisa, sabe que el enemigo suele cometer errores cuando el juego se prolonga, especialmente a partir de la quinta hora, como le ocurrió a Anand.

El noruego, un gran aficionado al fútbol y seguidor del Real Madrid, y el ruso han pasado, curiosamente, las últimas semanas relajándose en el Caribe, tal vez ajenos a la batalla informática que se desarrollaba a sus espaldas.

El encuentro carece de la tensión de aquél Spassky-Fischer de 1972 en Reikiavik, o de los Kárpov-Kaspárov, pero no le faltan alicientes ajenos al puro tablero.

El equipo de Carlsen, que ha utilizado potentes computadoras en su preparación, ha pedido ayuda a Microsoft para evitar que hackers rusos puedan acceder a los secretos de su preparación para ponerlos a disposición de Karjakin. La guerra psicológica de otros tiempos ha dado paso a la escaramuza informática.

Las piezas blancas están resultando decisivas en los últimos choques por la corona. Desde la reunificación del título mundial, se han disputado cinco encuentros y en ninguno de ellos el aspirante ha ganado con negras.

El primero que alcance 6,5 puntos ganará el encuentro. Si se llega a un empate a seis, se procederá a un desempate con partidas rápidas y relámpago (blitz). Cada jugador dispone de 100 minutos para los 40 primeros movimientos, 50 para los 20 siguientes y 15 para el resto del juego.

El encuentro está dotado con una bolsa de un millón de dólares (900.000 euros), el 60 por ciento de los cuales se los embolsará el ganador, y en caso de desempate, la relación de porcentajes será de 55-45.