Berlín, 5 abr -EFE.- Alemania asegura, tras dos años con un déficit récord, que a partir de 2022 regresará a la estabilidad presupuestaria, pero su éxito dependerá de la gestión de la covid, la recuperación económica y las elecciones generales de septiembre.

La realidad de la tercera ola ha obligado a Berlín a cambiar sus planes. El Consejo de ministros acaba actualizar sus presupuestos para este año y elevado el déficit un 33 %.

La revisión prevé 60.400 millones más de déficit de lo aprobado en diciembre por la prolongación de las ayudas a empresas y autónomos, con lo que el endeudamiento del Gobierno federal (sin incluir el de los «Länder» y los municipios) alcanzará los 240.200 millones.

Se trata de un cifra récord en la historia alemana tras la II Guerra Mundial, tan sólo comparable a los 217.800 millones del año pasado. El Bundestag (cámara baja) ha tenido que suspender de forma excepcional el «freno de la deuda» constitucional para 2020 y 2021.

«Todos en el Gobierno sabemos que le imponemos una carga muy grande a los contribuyentes», aseguró recientemente la canciller alemana, Angela Merkel, al reconocer que al final de su era se ha tenido que suspender la estabilidad presupuestaria, una de las grandes apuestas de sus 16 años al frente del país.

La deuda pública repunto el año pasado en más de 10 puntos porcentuales, una evolución sin equivalentes, ni siquiera tras los rescates a la banca que siguieron a la crisis financiera global de 2008.

La deuda estatal ascendió en 2020 hasta el equivalente al 70 % del producto interior bruto (PIB), frente al 59,7 % con que cerró el año previo, según el Bundesbank (banco central alemán).

El Gobierno alemán ha anunciado además, en su plan financiero para los próximos ejercicios, que espera cerrar el período de excepción de la pandemia el año que viene.

Los planes contemplan que el endeudamiento en 2022 ascienda a 81.500 millones de euros y que sea ya sensiblemente menor en los siguientes ejercicios: 8.300 millones en 2023, 11.500 millones en 2024 y 10.000 millones en 2025.

Esto significaría que el año que viene sería preciso volver a suspender el «freno de la deuda» constitucional, que restringe el déficit al 0,35 % del PIB, pero que Alemania volvería a cumplir con los límites de déficit de Maastricht. Después se regresaría a la estabilidad presupuestaria.

LA TERCERA OLA

No obstante, la evolución de la pandemia puede dificultar la puesta en práctica de estos planes. Tras una primera ola considerada ejemplar, Alemania tardó cuatro meses en domeñar la segunda y sobre su cola está repuntando desde mediados de febrero la tercera, sin visos aún de que la curva se aplane.

El ocio, la cultura, la hostelería y la restauración están cerrados desde noviembre; el comercio minorista, en una u otra medida, desde diciembre.

La economista Monika Schnitzer, miembro del consejo asesor del Gobierno alemán, estima que por cada trimestre que se prolonguen las actuales restricciones el PIB anual se reducirá en 1 punto porcentual. Su última previsión es que la economía crezca este año un 3,1 % si no hay una tercera ola (que la está habiendo).

El banco de reconstrucción alemán KfW acaba de apuntar en un estudio que la vuelta a la estabilidad presupuestaria dependerá en gran medida de la relación entre crecimiento económico y tipos de interés en los próximos años.

Alemania, argumenta, podría reducir su deuda estatal de nuevo por debajo del 60 % previsto en Maastricht esta misma década en un entorno de crecimiento sólido y unos tipos de interés contenidos.

Sin embargo, una subida del precio del dinero a causa de la inflación -un riesgo sobre el que algunos expertos en Alemania están alertando- podría poner en peligro los esfuerzos de consolidación, según este estudio.

Por último está el factor político. Las elecciones generales de septiembre aportan un grado extra de incertidumbre a la ecuación económica.

De un lado está la salida de Merkel, tras más de tres lustros dirigiendo el país de una forma predecible en el ámbito fiscal, y la falta de un candidato claro que lidere al bloque conservador -con su correspondiente perfil- de cara a los comicios.

De otro está la evolución de las encuestas en los últimos meses, que lleva a pensar que no se podrá reeditar la actual coalición de conservadores y socialdemócratas en el Gobierno federal y deja abierta la puerta a otras opciones.

Una alianza de conservadores y verdes, o incluso un tripartito «semáforo» -con los socialdemócratas, los verdes y los liberales- podría introducir cambios en la relación de Berlín con el déficit.

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