New York.-- La primera dama norteamericana, Melania Trump, siguió impertérrita ocupándose de una producción de fotos que se estaba efectuando, sobre las alfombras y objetos de la Casa Blanca, mientras en el Capitolio arreciaba el asalto de parte de extremistas partidarios de su marido, el presidente Donald Trump.
La producción a cargo de Melania se realizaba en el marco de su proyecto para un libro sobre decoración. Aparentemente fría y desinteresada, la primera dama esquivó todas las preguntas sobre los enfrentamientos y sobre una posible intervención de su marido para aplacar los ánimos.
Continuó siguiendo a los fotógrafos en el set, tomando de hecho distancia de todo y de todos: incluso de su marido, sobre el que tiene un fuerte ascendente.
La influencia de la primera dama sobre su marido es bien sabida por todos, pero ante las violencias en el Congreso Melania prefirió escabullirse, dejando a Ivanka Trump -la hija del presidente- la tarea y la carga de hacerse oír.
Según los trascendidos, fue precisamente Ivanka la que se ocupó de la situación: mientras todos los llamados a intervenir caían en el vacío, la hija de Trump expulsó a todos fuera del Estudio Oval y quedó cara a cara con su padre, insistiendo sin cesar en la necesidad de hablar con la nación y calmar a los manifestantes.
Frente a las presiones de su hija preferida, Trump primero dudó, pero luego cedió, aunque solo fuera parcialmente.
Aun manteniendo su seca negativa a brindar un discurso en directo a la nación, Trump se dejó convencer de grabar un video desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
Un video donde el presidente describió a los manifestantes como "personas muy especiales": "We love you", (los amamos), dijo. Las imágenes causaron numerosas polémicas y terminaron por ser bloqueadas en las redes sociales.
Para Ivanka, por lo tanto, fue un éxito solo parcial, y un nuevo duro golpe a sus aspiraciones políticas. (ANSA).