Madrid, 17 mar (EFE).- La chilena Carolina Moscoso estrena el jueves en España su ópera prima, "Visión nocturna", una película documental en la que ha volcado toda su rabia y desconsuelo tras su violación, un episodio que ocurrió hace diez años, del que está recuperada, pero que no perdona.

"Creo que primero nos tienen que pedir perdón a nosotras, y eso me parece que todavía no ha pasado", dice en una entrevista con Efe vía telemática desde Niebla (Valdivia, Chile) donde reside, ya que le fue imposible desplazarse hasta Madrid, como era su deseo, para acompañar el estreno de "Visión nocturna" en las salas.

"El perdón no me lo planteo como una posibilidad siquiera", afirma la joven cineasta.

"Creo que estamos en una etapa como mujeres en la que el perdón es lo último que nos importa, antes prefiero reconocer mi rabia, estar enojada; yo sobreviví, pero todos los días compañeras aparecen muertas o les pasa lo mismo. No es época para el perdón aún", añade.

La cineasta habla de una herida que se abrió hace diez años cuando fue violada por un joven al que había conocido en una fiesta en la playa y que se hizo más grande cuando pidió ayuda en un hospital -la doctora se negó a darle la píldora del día siguiente- o cómo la trataron en el juzgado, donde le llegaron a preguntar si no había provocado de alguna forma a su violador.

Un dolor que está en esta cinta, también performance e investigación visual y artística, que la chilena define como "una gran secuencia de secuencias".

Imágenes que son "un trabajo de creación" que, como cualquier revolución interna, "te tiene que transformar".

"Creo que es algo básico y creo que, haga lo que haga, si no me pongo en cuestión y no me miro por dentro, para mi no tiene mucho sentido", resume.

Su punto de vista cinematográfico empieza con muy pocos años, con la primera cámara que le regalaron sus padres, después de ir pegada a su tío durante años pidiéndole que le dejara grabar; él, policía, le ha legado horas y horas de filmaciones cotidianas que serán la base de su nueva película, de título "Yo nunca seré policía", donde aborda, además del patriarcado, la violencia.

Ni estas, ni las que usó en "Visión nocturna", son imágenes pensadas para usar en una película. "No es un rodaje, es vivir con la cámara en la mano y prenderla cuando a uno le dan ganas", destaca.

Esto, dice, ha definido su cine.

"Esta película surge de dentro de mí, es un ejercicio de búsqueda de libertad interior al crear, era mi máximo objetivo, abrirme sin imitar un statu quo de lo que había que hacer".

Y, aunque reconoce muchos referentes de los que tienen que ver con "el cine que surge de las entrañas", su filme, afirma, "nace de quien soy, no es una decisión racional".

"Yo empecé esta película sin haberle dicho a nadie, solo a mi mamá y mi papá y a una amiga, lo que había pasado. Sentía vergüenza, era un silencio, un secreto y, como muchas mujeres, me sentía culpable (...) En ese estado, empecé la película. La cámara ha sido mi refugio y mi modo de decir cosas que, de normal, diría enojada y enfurecida, mi forma de decirlas con calma, procesadas".

Se reconoce más en el deseo de "revelarse ante el poder" y aprovechar la fuerza hegemónica del lenguaje del cine para expresarse porque "una película antipatriarcal como esta -dice- no puede tener el mismo lenguaje del enemigo".

En todo caso, con la cinta no buscaba "ni terapia, ni sanación; ya tuve psiquiatra años y aún tengo, y si alguien me dice que se plantea hacer una película para eso, ya le digo que no lo haga; esto más bien es un trabajo muy desafiante", sonríe.

Y concluye: "enfrentar las cosas te ayuda a no cargarlas detrás como una sombra".

"Yo no podría haber hecho esta película sin el momento que vive el feminismo en Chile, sin mis compañeras manifestándose en marchas gigantes, saliendo a la calle por primera vez; la película está nutrida desde este contexto. Y ahora, en menos de un mes -indica con emoción- votaremos la primera Constitución paritaria del mundo".

En opinión de Carolina Moscoso, "se ve difícil el camino, pero en el fondo estamos haciendo una transformación profunda. Los compañeros de izquierda pensaron que el problema de clase era más importante que el problema de género, y ahora nos estamos dando cuenta de que, más oprimido que el obrero, estaba la esposa del obrero".

Por Alicia G. Arribas

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