Tirana, 15 may (EFE).- Con juegos callejeros, malabares, diábolos, monociclos y música, tres jóvenes artistas de circo argentinos atrapados en Albania por la pandemia han ofrecido a los vecinos de la capital uno de los pocos espectáculos que no ha sido suspendido en estos dos meses y medio de estricto confinamiento.

La gente les ve con admiración y sorpresa, abundan las sonrisas en la céntrica plaza de Skenderbej y en los semáforos de Tirana, que les sirven de escenario improvisado con el público en sus coches, a la espera de que se encienda la luz verde.

Nicolás Bacci (Mendoza, oeste de Argentina), Nicolás Moroni (Tierra del Fuego, en la Patagonia) y Pablo Colomba (Buenos Aires) llegaron a Albania desde Italia el 8 de marzo, un día antes de registrarse la primera víctima de coronavirus, que llevó al Gobierno a declarar el toque de queda y el cierre de las fronteras.

Aunque reconocen que la vida del artista es difícil, especialmente en estos momentos, los tres amigos se sienten satisfechos por haber elegido este trabajo "no por necesidad sino por elección", porque les permite viajar, ser libres y divertir a la gente.

"Elegimos el arte callejero para que todo el mundo pueda disfrutar y al mismo tiempo para poder viajar por todo el mundo", cuenta a Efe Pablo, quien cree que el circo une a la gente porque tiene un lenguaje universal.

Además de ser una nota de color en estos tiempos de encierro y enfermedad, los juegos circenses de estos argentinos también causan sensación entre los albaneses porque pedir dinero actuando en la calle, más aún si se es extranjero, no es costumbre.

Por lo general, en Albania la mendicidad se entiende como una profesión ejercida por gitanos o, a veces, por niños explotados por redes de traficantes.

"Los albaneses somos pobres. Todos estamos parados. No tenemos suficiente dinero para alimentar a nuestros hijos, imagínate para darles a ellos", exclama Afrim Peposhi, padre de dos hijos, en paro.

Por el contrario, estos artistas callejeros consideran a los albaneses gente "amable y generosa", que les ha alimentado e incluso los "simpáticos policías" han hecho la vista gorda y les han permitido trabajar en la calle durante las horas de cuarentena.

Irónicamente, del dinero que han ganado haciendo circo en las calles de Tirana durante la pandemia les ha sobrado incluso para enviar a sus amigos en España, que se encuentran peor y viven de las ayudas prestadas.

"Tenemos amigos en España donde la vida es complicada y nosotros desde acá, desde la mismísima Tirana hemos estado enviando dinero a España para que los chicos puedan tener para comer porque ha sido bastante diferente y difícil la cuarentena allí", dijo a Efe Bacci sentado en la plaza.

Sonriendo destaca que "gracias a Albania hemos comido nosotros y los demás también".

Moroni también dice ser afortunado por haber pasado la cuarentena en Albania, que con 2,8 millones de habitantes ha registrado un escaso número de contagios (898 casos registrados, 173 aún activos) y aún menos fallecimientos (31 personas), lo que les ha animado a seguir trabajando en la calle.

Su mayor problema fue al llegar a Albania, porque les confundían con italianos, uno de los pueblos europeos más castigados por el coronavirus y de donde llegó el primer paciente a este país, y la gente evitaba acercarse y se tapaba la cara o la boca por miedo a que estuvieran contagiados.

Pero ahora ya muchos tiraneses los conocen e incluso les ayudan, como el hotelero que les ofrece descuentos para que puedan vivir con 10 euros al día, comida incluida.

Su mayor preocupación es que el cierre de fronteras no les deje proseguir el viaje y la falta de representación diplomática argentina en Albania para poder prolongar su visado, que caduca el 8 de junio.

Mimoza Dhima

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