César Hernández permaneció en coma inducido más dos meses tras enfermar de COVID-19.

Raleigh.-  Durante dos meses y medio, César Hernández permaneció en coma inducido y conectado a un respirador artificial tras enfermar de COVID-19. Aunque sufrió dos infartos y fue desahuciado, él se aferró a la vida. Ahora, en medio del proceso de recuperación, reflexiona sobre la importancia de no dejar de vacunarse.

Lo que recuerda claramente este padre mexicano que vive en Smithfield, al este de Carolina del Norte, es que el 11 de junio del año pasado, fue al hospital porque presentaba síntomas de coronavirus.

“Días antes había perdido la capacidad de oler y el gusto. Fui al hospital porque me sentía mal, tenía mucho dolor de espalda…  les conté que tenía los síntomas que decían en la televisión. Me dijeron que no necesitaba hospitalización, me dieron un sobre con tylenol y me mandaron a casa a descansar”, dijo. Pero pocas horas después las cosas empeoraron.

“Llegué a casa y comencé a sentirme peor. Comencé a perder el conocimiento y a hablar cosas que no existían”, contó a Qué Pasa. “Llamé a emergencias y me llevaron al Johnston Memorial Hospital en Smithfield”.

Contagiado pese a cuidarse

Hernández, de 55 años, recordó que desde que comenzó la pandemia siguió todos los protocolos sanitarios recomendados por las autoridades. No quería ser una víctima más, pero lamentablemente no lo logró. Está seguro que se contagió en su lugar de trabajo, durante la construcción de una vivienda.

“Soy una persona suficientemente madura como para entender cómo era la situación por eso cuando iba a trabajar usaba tapabocas y gel desinfectante. Pero, en el trabajo había mucha gente que entraba a una de las casas como los electricistas, plomeros y pintores. Muchos eran personas jóvenes que no usaban cubrebocas y parecían no tenerle miedo al COVID-19”.

Debido a que Henández es diabético, el virus complicó aún más su salud.

“Cuando me enfermé llevaba 20 años de diabético. Entonces mis defensas estaban en niveles bajos, por eso no respondí”.

Aferrado a la vida

Lo que pasó mientras estaba en coma, Hernández lo ha reconstruido por comentarios de médicos y amigos.

“Había sufrido dos infartos y los médicos le dijeron a mi hermano que era probable que me iba a dar un tercero y que ellos iban hacer lo posible por resucitarme, pero que era posible que quedara en estado vegetal. Le dijeron: ‘tu hermano no tiene posibilidades de salvarse’”.

Con ese desalentador panorama, su familia decidió que fuera desconectado.

“Estaba mi hermano en la unidad de cuidados intensivos cuando vio que moví una mano. Llamó a los médicos y ellos confirmaron que tenía actividad. Luego, desperté”.

Un proceso de recuperación

El 7 de octubre del 2020, casi cuatro meses después de ser internado, Hernández regresó a casa con secuelas que poco a poco va superando.

Tal vez la más inesperada es haberse convertido en un paciente de diálisis.  También ha perdido la sensación de dolor en su pierna izquierda. Sin embargo, nada de eso ha quebrado su espíritu.

“Salgo a caminar todos los días para recuperar las fuerzas en mis piernas”.

Confiar en la ciencia

Este padre mexicano hizo un llamado a las personas que aún no se han vacunado.

“No deben tener miedo, deben de confiar. En este caso no nos queda más que confiar en la ciencia que ha elaborado vacunas”, señaló. “Es una ventaja el recibir la vacuna. Me pusieron la primera y segunda dosis en la clínica de diálisis. Siento más seguridad, pero sigo con las medidas de sana distancia y usando mascarilla”.

Sin su familia

El COVID-19 no solo le arrebató la salud sino frustró sus planes de viajar a México para reunirse con su esposa, su hija y su madre.

“Habíamos planeado con mi esposa que era momento de irnos a México. Ella viajó en agosto del 2019 y el plan era que yo me fuera en agosto de 2020 pero me enfermé”.

Ha pedido ayuda para continuar sus cuidados médicos en México pero indica que su familia ha recibido respuesta que el apoyo federal solo es para las personas deportadas y no repatriadas.

“¿Resulta que para recibir la ayuda ahora debo ponerme frente a un oficial de inmigración para que me deporten?”, se preguntó tras señalar que le ha escrito una carta al Consulado de México en Raleigh para que el apoyo sea más que un boleto de avión.

“Espero me puedan ayudar para conseguir en México atención para seguir con las diálisis”.

Mientras, espera una respuesta, Hernández confía conseguir un trabajo para pagar sus gastos. Está agradecido por la ayuda de su familia, amigos y miembros de distintas iglesias pero siente que es el momento de volver a trabajar.

Debido a que su condición física aún es débil no puede volver a la construcción. No obstante, indicó, le gustaría trabajar como consejero sobre el abuso de sustancias y alcohol.

“Soy parte de Alcohólicos Anónimos en Smithfield y saqué un grado en Wake Tech como consejero para el control de abusos de sustancias y alcohol. Es un trabajo que podría hacer los días que no voy a diálisis”, dijo Hernández a Qué Pasa.

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