Winston-Salem.- “Quiero despertar y que todo esto sea un mal sueño”, es la plegaria de una mexicana que enfrenta la posibilidad de quedar separada de su familia si es expulsada de regreso a México.
Minerva Cisneros García tiene un hijo ciego y dos pequeños con ciudadanía estadunidense que quedarían desamparados si se cumple la orden de deportación que tiene para el 30 de junio.
“No quiero dejar a mis hijos, porque tal vez nunca más los voy a ver”, dijo la madre en una entrevista con Qué Pasa.
Hace más de 15 años que Cisneros emigró a Winston-Salem directamente de San Nicolás, un poblado cercano a la frontera entre los estados de Guerrero y Oaxaca, buscando mejores oportunidades de vida para su hijo Eduardo, quien es invidente.
“Eduardo ya cumplía los 5 años y tenía que ir a la escuela”, recordó la madre sobre la razón que la orilló a abandonar su lugar de origen. “De donde somos no hay opciones para él”.
Una tarde del 2009, mientras volvía del trabajo, Cisneros cayó en un retén vehicular frente al vecindario popularmente conocido como “las Flores”. Debido al programa 287(g) que estaba en marcha, se activó su deportación y desde entonces su permanencia dentro del país ha estado en riesgo.
Eduardo
En todo este tiempo, E-duardo estudió en una escuela especializada para ciegos en Raleigh y con su permiso de Acción Diferida ahora trabaja en una fábrica.
Además, es un buen músico y tiene habilidades especiales en programación de computadoras, aunque por ser invidente no es completamente independiente y la realidad es que aún depende de los cuidados de su madre.
“Yo no me voy”, insistió Eduardo, renuente de volver a México, donde las oportunidades son limitadas para él.
“Trump dice que está persiguiendo a personas que cometieron crímenes”, señaló Cisneros cuestionando las políticas migratorias que la separarían de sus hijos. “Mis dos hijos pequeños ni tienen la ciudadanía mexicana y no sé lo que voy a hacer con ellos”.