Somos parte de un mundo regido por la velocidad. Credit: Archivo

Una de las características del mundo actual es la aceleración desenfrenada. Esta peculiaridad es visible y evidente en todas las áreas de la vida.  La mayor parte de la población occidental festeja la velocidad. Cuanto más rápido sucedan las cosas, mejor. Llegar rápido, terminar primero, ser el más veloz, que no haya demoras ni esperas, son algunos de los valores contemporáneos.

La tecnología nos ha habituado a la comunicación instantánea y sin demoras. Lejos están las épocas en que una carta demoraba semanas en llegar al destinatario.  Ahora, los mensajes vuelan en las redes y en los diversos sistemas de comunicación.

De este modo, nuestra percepción del tiempo se ha modificado. La velocidad a la que se mueve el tiempo nos confunde. A veces sentimos que los sucesos nos atropellan. Corremos, nos esforzamos, pero el tiempo parece ir más rápido que nosotros y por más que nos esforcemos parece que no lo alcanzamos. El día nos queda corto, siempre hay cosas pendientes.

Somos parte de un mundo regido por la velocidad. No toleramos las demoras. La lentitud nos irrita. Amamos lo instantáneo. Queremos atajos que nos lleven rápido a las metas. Este modo de vivir y de percibir el mundo afecta también nuestro modo de procesar los pensamientos.

Una de las perturbaciones de esta aceleración es lo que se ha llamado “Síndrome de Pensamiento Acelerado” (SPA).

De tal manera, este síndrome estaría originado en el estilo de vida actual y no en traumas psicológicos personales. Por eso se trataría de un trastorno que afecta a gran parte de la población occidental.

La necesidad de realizar varias actividades a la vez para cumplir con todo, el exceso de información, y la acumulación de preocupaciones pueden hacer que la mente se acelere a una velocidad aterradora. El resultado de esta aceleración es la aparición de muchos pensamientos inútiles, la imposibilidad de darle un descanso a la mente  y cambios en el humor y en el carácter.

El psiquiatra brasileño Augusto Cury, autor de múltiples libros y publicaciones, sostiene que el Síndrome de Pensamiento Acelerado puede considerarse “el mal del siglo”.

En una entrevista realizada por BBC Mundo, el doctor Augusto Curry explica que este síndrome es un tipo de ansiedad.

“El exceso de información y la intoxicación digital hacen que el gatillo de la memoria dispare muchísimo, y que abra un número espeluznante de ventanas (del archivo de recuerdos), sin anclarse en ninguna, por lo que el individuo pierde el foco y la concentración.

El resultado es una velocidad espantosa y estéril de pensamientos. Muchos pensamientos inútiles. Una de las consecuencias de esto es que, por ejemplo, un lector lee una página de un libro o periódico y no recuerda nada” explica.

Así mismo, advierte el investigador, es probable que el SPA alcance a más de 80% de los individuos de todas las edades.

Según este autor, la ansiedad del SPA viene del estilo de vida estresante y agitado.

De este modo, la clave para descomprimir esta forma de ansiedad estaría en encontrar modos de bajar la aceleración en el ritmo de vida.

Algunos de los síntomas del trastorno son:

• Ansiedad

• Insatisfacción.

• Mentes inquietas o agitadas.

• Cansancio físico exagerado.

• Irritabilidad.

• Impaciencia.

• Bajo umbral para tolerar las frustraciones

• Tendencia al aburrimiento.

• Trastornos del sueño.

• Problemas de concentración y memoria.

• Imposibilidad de calmar la mente.

• Dificultad para vivir con personas más lentas.

Consecuencias

Este síndrome ocasiona un gran malestar a quien lo padece. Trastoca todos los ámbitos de la vida, desde lo emocional hasta el rendimiento laboral o escolar.

Explica el doctor Augusto Cury que las personas ansiosas tienen un umbral bajo para la frustración, son intolerantes, están irritables, tensas y ansiosas. Esto lleva a un aumento de los conflictos.

El estado de tensión hace que las relaciones interpersonales se vuelvan más difíciles. Aumentan las peleas, la intolerancia, la falta de empatía, generando malestar en los vínculos familiares, personales y sociales.

Por otro lado, afirma, debido a este trastorno, los estudiantes no desarrollan un razonamiento profundo. Son mucho más reactivos, y no pueden internalizar, trabajar sus conflictos de una manera más inteligente.

Así mismo, un estado mental tenso predispone a trastornos emocionales, como la depresión.

Por último, explica que el síndrome de pensamiento acelerado genera insatisfacción crónica.

Con este panorama, lo aconsejable es que cada persona encuentre el modo de hacer pausas, desconectar, bajar la aceleración y regalarse tiempo para disfrutar y compartir con los demás.

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