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¿Te cuesta mucho tomar decisiones? ¿Te sientes abrumado por las opciones que tienes? ¿Te arrepientes de lo que eliges? ¿Tienes tanto miedo a equivocarte que te paralizas? ¿Prefieres que otros elijan por ti?

Si la respuesta es sí, no estás solo. Son muchas las personas que tienen dificultades a la hora de elegir.

Es cierto que hay personas más indecisas que otras. ¿Cómo son?

Características de los indecisos

Las personas indecisas son aquellas que tienen dificultad para tomar decisiones, ya sea por miedo a equivocarse, por falta de confianza en sí mismas o por exceso de perfeccionismo. Estas personas suelen sentir ansiedad, frustración y estrés ante las múltiples opciones que se les presentan, y pueden llegar a perder oportunidades o afectar sus relaciones por su indecisión. Algunas características de las personas indecisas son:

  1. Buscan constantemente la opinión o la aprobación de los demás, sin tener en cuenta sus propios deseos o necesidades.
  2. Se dejan influir fácilmente por lo que dicen o hacen los demás, cambiando de opinión con frecuencia.
  3. Se plantean escenarios negativos o catastróficos sobre lo que podría pasar si eligen una opción u otra, lo que les genera miedo y parálisis.
  4. Posponen o evitan tomar decisiones, esperando que las circunstancias cambien o que alguien más decida por ellas.
  5. Se arrepienten de las decisiones que toman, pensando que podrían haber elegido mejor o que se han equivocado.

¿Qué factores que dificultan el proceso de decisión?

Hay que comprender que tomar decisiones es una habilidad que requiere práctica y reflexión. Y es un desafío que enfrentamos todos los días.

Según los expertos existen varios factores que dificultan el proceso de decisión. Algunos de los más frecuentes son:

  1. La incertidumbre: En realidad, nunca podemos estar seguros respecto a lo que va a pasar y respecto a las consecuencias de nuestra decisión. Esto se debe a que no podemos predecir el futuro ni controlar todas las variables que afectan las consecuencias de nuestras elecciones. Esta incertidumbre nos genera ansiedad y dudas.  Nos hace tener miedo a equivocarnos y nos complica a la hora de elegir.
  2. El exceso de información: Vivimos en una era de sobreinformación. Tenemos a nuestro alcance una cantidad enorme de datos y opiniones sobre cualquier tema. Esto puede ser beneficioso, pero también puede provocarnos confusión. Al tener tantas variables y alternativas, elegir se puede volver muy difícil.
  3. Las emociones: Sabemos que nuestros sentimientos afectan nuestra forma de pensar y actuar. Las emociones pueden ser una guía, pero también pueden nublar nuestro juicio. Siempre se aconseja tomar las decisiones importantes con la mente fría. Escuchando a nuestro corazón, pero con claridad de pensamiento.
  4. Los valores: Cada persona tiene un sistema de creencias y preferencias que orientan su vida. Sin embargo, a veces estos valores entran en conflicto con los de otras personas, o con las circunstancias que estamos viviendo. Esto nos plantea dilemas éticos o personales que no tienen una respuesta única o fácil.

¿Qué nos puede ayudar?

Tomar decisiones no es simple. Pero tampoco es imposible. Existen estrategias y herramientas que podemos usar para mejorar nuestra habilidad de decidir.

Algunas de ellas son:

  1. Definir el problema: Antes de elegir, debemos tener claro qué queremos resolver, qué objetivos tenemos y cómo vamos a evaluar las opciones.
  2. Buscar información: Es importante informarnos sobre las alternativas que tenemos, sus ventajas e inconvenientes, sus riesgos y beneficios. Pero debido al exceso de información actual, hay que filtrar la información. Recomendamos chequear siempre la veracidad de las fuentes y evitar la sobrecarga de datos.
  3. Generar opciones: A veces pensamos que solo hay dos opciones posibles, pero lo cierto es que hay muchas más. Podemos usar nuestra creatividad para imaginar soluciones diferentes. Puede ser de gran ayuda abrir nuestra mente a nuevas alternativas.
  4. Comparar opciones: Es importante analizar las opciones con cuidado y objetividad. Podemos listas de pros y contras, o el método que nos resulte conveniente.
  5. Elegir una opción: Después de comparar las opciones, debemos elegir la que mejor se adapte a nuestros objetivos y valores. Sabemos que no hay una opción perfecta ni garantizada, pero sí hay una opción razonable y satisfactoria. Tenemos que intentar apuntar a la mejor opción dadas las circunstancias.
  6.  Ejecutar la opción: Una vez que elegimos una opción, debemos ponerla en práctica con determinación y compromiso. Ya está. Ya elegimos, ahora es me momento de llevar adelante nuestra opción con alegría y confianza.
  7. Evaluar la opción: Finalmente, debemos revisar el resultado de nuestra decisión y ver si cumplió con nuestras expectativas y metas. Este momento es importante porque nos permite aprender de nuestra experiencia y mejorar para futuras decisiones.

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