Hace pocos días que hemos cambiado la hora. El fin del horario de verano nos indica que el otoño ya está aquí. Pasamos la puerta y poco a poco entramos en la estación del frío. El invierno se aproxima con sus bajas temperaturas, sus ráfagas heladas, sus noches eternas y sus cambios en los colores de la naturaleza. Muchas personas disfrutan del invierno y todas sus actividades típicas. Otras, en cambio lo padecen.

Ocurre que con el cambio de estación llegan también los días más cortos y, por lo tanto, estamos menos expuestos a la luz solar. La llegada del frío, de sus noches largas y de sus días cortos puede impactar fuertemente en nuestro ánimo.

Así, de pronto, sin motivo aparente, uno se empieza a sentir desganado, triste. Ya no tiene ganas ni fuerzas para hacer todas las actividades que hacía. Una sensación de melancolía se expande en el ánimo. Los pensamientos se vuelven oscuros y la negatividad se apodera de nosotros.

¿Qué está pasando?

Ocurre que el cambio de estación ha impactado en nuestro ánimo y estamos padeciendo un trastorno llamado “trastorno afectivo estacional” (TAE), también conocido como depresión otoñal.

¿De qué se trata este trastorno?

El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión vinculada a los cambios de estación.  Debido a esto, esta depresión comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año. De este modo, coincidiendo con los cambios de estación, los síntomas de la depresión otoñal aparecen a fines de otoño o a principios del invierno y desaparecen cuando comienzan los días soleados de primavera y verano.

Se cree que alrededor de un 20% de la población sufre cada año la llamada depresión estacional o Trastorno Afectivo Emocional. También afirman los especialistas que esta depresión suele afectar más a las mujeres que a los hombres. Así mismo, puede afectar a los niños y a las niñas.

¿Cómo reducir la depresión estacional?

Algunas conductas que pueden ayudar a minimizar los efectos de la depresión estacional son: 

• Aprovechar al máximo la luz solar. Se sabe que la disminución de la luz solar es una de las causas de la depresión otoñal. Por eso se aconseja aprovechar al máximo cada rayito de sol. Durante  los días soleados tratar de dar paseos o hacer caminatas al aire libre.  Exponerse a la luz. Dejar que el sol entre a la casa, correr cortinas, trasladar la mesa cerca de una ventana son algunas de las ideas.  También se recomienda usar lámparas con más potencia dentro de la casa.

• Dormir bien. Dormir las horas que necesitemos, ni más ni menos. Si bien cada persona tiene su ritmo propio, se supone que para un adulto las horas de sueño necesarias son de 7 a 8. El descanso es  clave para nuestro estado de ánimo, respetar el ciclo del sueño lo ayudará notablemente.

• Cuidar la alimentación. Si bien, la tendencia del invierno es consumir alimentos con más calorías no hay que olvidar que la fruta y la verdura de temporada son un complemento vitamínico imprescindible. 

• No desatender la vida social. El clima invernal puede hacer que se salga menos y que uno no tenga tantas ganas de hacer programas. Esta tendencia puede llevar a desatender la vida social. Es importante mantener los vínculos y hacer planes con familiares y amigos, fuera de casa si hace buen tiempo, o dentro cuando hace frío. Buscar y proponer actividades que se puedan disfrutar en familia o con amigos es un gran consejo para esta temporada.

• Hacer ejercicio. Mantener una buena rutina de actividad física es fundamental para el buen ánimo. El ejercicio aumenta las endorfinas y mejora el nivel de autoestima. Busque alguna actividad que le guste, ya sea algún deporte, caminar, correr, andar en bicicleta, bailar, y trate de mantenerla durante la temporada invernal.

Algunos de los síntomas comunes de la depresión otoñal son:

• Sentirse deprimido durante gran parte del día.

• Perder el interés en actividades que antes disfrutaba.

• Trastornos de sueño que abarcan desde el exceso de sueño al insomnio.

• Aumento del apetito, sobre todo carbohidratos simples (dulces y chocolate)

• Cansancio y falta de energía

• Sentirse desganado o inquieto

• Dificultad para concentrarse

• Sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa

• Tener pensamientos negativos.

• Disminución del deseo sexual.

• Irritabilidad, mal humor.

• Falta de energía.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *